martes, 8 de noviembre de 2016

SÓLO EL FIN DEL MUNDO (Juste la fin du monde de Xavier Dolan, 2016)

Desgarradora la película que pudimos ver ayer en la Sección Oficial del Festival de Cine Europeo de Sevilla. El director canadiense Xavier Dolan, que viene con un premio en Cannes debajo del brazo, fue certero en su disparo directo a los corazones de los espectadores y creemos que salió triunfante en una proyección donde no se oía una mosca, tan sólo un reloj de cuco.


La cinta es una coproducción Canadá-Francia —de ahí que se presente al certamen—, y trata un tema algo manido en obras de teatro, filmes, series y hasta documentales: las reuniones familiares al cabo de los años y los conflictos que llevan consigo. Una trama que siempre ha dado buenos resultados, incluso magníficos (pensemos en Celebración, Larga jornada hacia la noche o El desencanto, entre muchísimas otras), quizás por el hecho de que el espectador pueda verse reflejado en ella.

A pesar de un argumento tan poco original, Xavier Dolan ha sabido darle una vuelta de tuerca cuando el motivo de la reunión es el regreso del hijo pródigo, Louis, que después de doce años ausente viene con una terrible noticia que dar: tiene una enfermedad terminal; se muere. Louis pronto comprobará que sus problemas en realidad son los más sencillos, tan sólo la muerte, comparados con la complejidad de la convivencia día a día en el seno de la familia que dejó atrás.



La película posee una estructura muy definida, un acto por conversación entre el recién llegado y cada uno de los miembros de la familia: su hermana pequeña, el mayor (Vincent Cassel), la madre (Nathalie Baye) y su cuñada (Marion Cotillard). Sin disimular el origen teatral de la cinta, Xavier Dolan incluye ligeros flashbacks que dan algunas pistas acerca del pasado de esta familia disfuncional, de los buenos recuerdos, de los viejos traumas pendientes de resolver.

Con el suspense de cuándo se va a decidir Louis a contar la verdadera causa de su regreso, el filme va revelando lo dependientes que son todos y cada uno de ellos del recién llegado, el único que ha triunfado, el que podría haber mantenido unida la familia si no se hubiera ido. Los diálogos a flor de piel, los rostros rozando el objetivo, la luz escasa, revelan que la familia espera desesperadamente la ayuda del exterior. La noticia que trae Louis puede ser la bomba que destruya lo poco que queda.

Cinta de actores (el elenco es extraordinario), y de hábil director, el largometraje contiene además una de las mejores escenas finales —por las que se puede recordar toda una película— vistas hasta ahora en el presente certamen, o en cualquier otro.





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