domingo, 16 de noviembre de 2014

PALMARÉS DEL XI FESTIVAL DE CINE EUROPEO DE SEVILLA

Finaliza un año más el festival de cine europeo de Sevilla, en nuestra opinión con el nivel más alto de las últimas ediciones en cuanto a la calidad de las películas proyectadas. Lo que viene a confirmar la buena salud del cine en el viejo continente pese a las evidentes dificultades económicas por las que atraviesa la industria en la mayoría de los países. Antes de pasar a detallar el palmarés final, sólo unos pequeños apuntes de lo que pudimos ver en la jornada final:

Como despedida del festival asistimos a dos películas, que a la postre resultaron premiadas (la cinta italiana con el premio del jurado y el galardón a la mejor actriz; y la húngara con el concedido por EURIMAGES), muy distintas ambas, en polos opuestos podríamos decir:

La primera, Le Meraviglie (Alice Rohrwacher, 2014) opta por resaltar la bondad que reside en una adolescente que, prácticamente, se encarga ella sola de sacar adelante una explotación agrícola especializada en la producción de miel. La relación entre la joven Gelsomina (nombre cien por cien cinéfilo) y Martin, un chico conflictivo que entra a trabajar con ellos; y la que existe entre ella y su padre, un ecologista que en realidad es un explotador, son la cara y la cruz de este drama que sorprende con algunas secuencias tan emocionantes como la del concurso televisivo.
 
El segundo filme, White God (Kornél Mundruczó, 2014), se decide por todo lo contrario: por resaltar lo peor de la condición humana reflejada con toda su crudeza en este thriller. Una especie de precuela de la inquietante cinta de Samuel Fuller (el juego de palabras usado en el título evidencia el origen del filme: White Dog, 1982) aderezada con la terrorífica película de Hitchcock, Los pájaros (The Birds, 1963). Las referencias son tan claras a esta última (hay planos calcados) como a la de Fuller, si bien, el director consigue que los espectadores se sitúen de parte de los perros —y también que bastante gente del público se salga del cine incapaz de aguantar el realismo brutal de las escenas—. Y es que no deja de ser curioso el efecto que supone el maltrato animal al espectador, que aguanta menos este tipo de secuencias que las protagonizadas por seres humanos. Quizás sea debido a la crueldad del llamado homo sapiens, a la indefensión de los canes y a la sensación de veracidad de los planos; a la certeza que planea por toda la película cuando el director parece insinuar que estas atroces actividades suceden en la realidad.  

Y vayamos ahora a detallar cómo se han repartido los premios:

GIRALDILLO DE ORO
Película: TURIST (Suecia, Dinamarca, Noruega, 2014)
Dirigida por: Ruben Östlund

GIRALDILLO DE PLATA
Película: THE KINDERGARTEN TEACHER (Israel, Francia, 2014)
Dirigida por: Nadav Lapid

Premio ESPECIAL DEL JURADO
Película: THE WONDERS / LE MERAVIGLIE (Italia, Suiza, Alemania, 2014)
Director: Alice Rohrwacher

Premio a la Mejor DIRECCIÓN
Película: MR. TURNER (Reino Unido, 2014)
Director: Mike Leigh

Premio al Mejor GUIÓN
Película: TURIST (Suecia, Dinamarca, Noruega, 2014)
Escrita por: Ruben Östlund

Premio a la Mejor ACTRIZ
Película: HEAVEN KNOWS WHAT (Estados Unidos, Francia, 2014)
Actriz: Arielle Holmes
Y
Película: THE WONDERS / LE MERAVIGLIE (Italia, Suiza, Alemania, 2014)
Actriz: Maria Alexandra Lungu

Premio al Mejor ACTOR
Película: MR. TURNER (Reino Unido, 2014)
Actor: Timothy Spall

Premio a la Mejor DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA
Película: LEVIATHAN (Rusia, 2014)
Directora de Fotografía: Mikhail Krichman

PREMIO A LA MEJOR PELÍCULA DE LA SECCIÓN LAS NUEVAS OLAS
Película: LAS ALTAS PRESIONES (España, 2014)
Dirigida por: Ángel Santos

SEGUNDO PREMIO DE LA SECCIÓN LAS NUEVAS OLAS
Película: L’ABRI (Suiza, 2014)
Dirigida por: Fernand Melgar

MENCIÓN ESPECIAL
Película: LOS HONGOS (Colombia, Francia, Argentina, Alemania, 2014)
Director: Óscar Ruiz Navia

PREMIO A LA MEJOR PELÍCULA DE LA SECCIÓN LAS NUEVAS OLAS. NO FICCIÓN
Película: REMINE, EL ÚLTIMO MOVIMIENTO OBRERO (España, 2014)
Dirigida por: Marcos Martínez Merino

PREMIO A LA MEJOR PELÍCULA DE LA SECCIÓN RESISTENCIAS
Película: EQUÍ Y N’OTRU TIEMPU (España, 2014)
Dirigida por: Ramón Lluís Bande

PREMIO GIRALDILLO JUNIOR

Película:  LAS AVENTURAS DEL SÉPTIMO ENANITO (Alemania, 2014)
Dirigida por: Harald Siepermann

GRAN PREMIO DEL PÚBLICO
Película: EL CAPITAL HUMANO (Italia, 2014)
Dirigida por: Paolo Virzí

PREMIO EURIMAGES A LA MEJOR COPRODUCCIÓN EUROPEA
Película: WHITE GOD (Hungría, Alemania, Suecia, 2014)
Dirigida por: Kornél Mundruczó

El premio de la distribuidora MARVIN & WAYNE al cortometraje de la sección Panorama Andaluz es para:
Película: OASIS (España, 2014)
Dirigida por: Carmen Jiménez

VII PREMIO EUROPEO DE CINE UNIVERSIDAD DE SEVILLA
Proyecto: EL NUDISTA
Dirigido por: ALEJANDRO PHILIP WAUDBY

PREMIO AL MEJOR CORTOMETRAJE DE LA SECCIÓN PANORAMA ANDALUZ
Película: OASIS (España, 2014)
Dirigida por: Carmen Jiménez

MENCIÓN ESPECIAL
Película: TRES TRISTES TIGRES (España, 2014)
Dirigida por: Bea Hohenleiter y Bruno Ojeda

PREMIOS NO OFICIALES
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PREMIO ASECAN A LA MEJOR PELÍCULA DE LA SECCIÓN OFICIAL
Película: LA SAPIENZA (Italia, Francia, 2014)
Dirigida por: Eugène Green

MENCIÓN ESPECIAL
Película: MR. TURNER (Reino Unido, 2014)
Director: Mike Leigh

1er PREMIO OCAÑA A LA LIBERTAD
Película: SOMETHING MUST BREAK (Suecia, 2014)
Dirigida por: Ester Martin Bergsmark

Para terminar, decir que no podemos estar más de acuerdo con la forma en la que se han repartido los premios: la justa vencedora, Turist, ha sido elegida por el jurado, en palabras de sus miembros, por “un trabajo que pivota sobre la idea del abandono en el cual la percepción de una crisis desencadena una respuesta inesperada y de consecuencias extremas para todos los implicados”. Una película para reflexionar que también se ha alzado con el Giraldillo al mejor guión, obra del propio director, Ruben Östlund.

Entendemos perfectamente al público cuando El capital humano ha sido la más aclamada por los espectadores, y le damos la razón al jurado, una vez más, por reconocer con sendos premios la sensibilidad de La Meraviglie y la fuerza de White God, ambas comentadas más arriba. El galardón a la mejor fotografía para Leviatán nos parece merecido, aunque no suficiente para una de las mejores películas que han desfilado por el certamen.

Sí nos complace especialmente observar que Mr.Turner ha sido la cinta más premiada del festival (mejor director, mejor actor y premio ASECAN); un filme al que le auguramos muchos más éxitos, sobre todo al protagonista, Timothy Spall. No podemos decir que haya nacido una estrella, dada su larga trayectoria como actor, pero sí estamos convencidos de que se ha agrandado su figura y ya se codea con los mejores profesionales gracias a una efectiva y sentida interpretación del pintor británico William Turner.

Ya sólo nos resta citarnos con los lectores para el año que viene, donde esperamos volver a encontrarnos con lo mejor del cine que se hace en Europa y donde nos comprometemos a dar testimonio de lo que aquí ocurra.   


sábado, 15 de noviembre de 2014

A PIGEON SAT ON A BRANCH REFLECTING ON EXISTENCE (En duva satt pa en gren och funderade pa tillvaron de Roy Andersson, 2014); EL CAPITAL HUMANO (Il capitale umano de Paolo Virzi, 2013)

Ni la lluvia ni cualquier otro contratiempo nos mantuvo lejos de la gran pantalla aquí, en Sevilla, en la penúltima jornada del festival de cine europeo. Ayer comprobamos las bondades de dos de las cintas más esperadas. Antes de ir con la flamante ganadora de León de Oro de Venecia, comentemos rápidamente la que se proyectaba dentro de la sección EFA:



El capital humano (Il capitale umano, 2013) es un drama dirigido por un viejo conocido del festival, Paolo Virzi, que ya compitió anteriormente con Caterina va in cittá y del que comentamos en su día la buena película que fue La prima cosa bella. La cinta que nos atañe comienza como la obra maestra de Bardem, Muerte de un ciclista (1955): un automóvil atropella a un ciclista que acaba de salir de su trabajo de camarero en una fiesta navideña; el conductor, o conductores, no ayudan al herido y se dan a la fuga.

Igual que en el filme de Bardem, dos familias de diferentes clases sociales se encuentran implicadas en el siniestro, pero, a diferencia de Muerte de un ciclista, no sabemos quién ha sido el causante del accidente. Un recurso de guión que mantiene el suspense, y que lo aumenta gracias a la estructura en capítulos, y a que cada uno de ellos narra el mismo suceso desde distintos puntos de vista.



Si bien, no se puede decir que la organización de la película y el argumento sean muy originales, en general la cinta se deja ver por su crítica social (de nuevo nos remitimos a la de Bardem y le damos mucho más mérito: allí el director español tenía que vérselas con un régimen que miraba las películas con lupa) en especial por la denuncia de un sector del mundo de los negocios que apuestan por la especulación agresiva, y por la hipocresía en las relaciones humanas cuando la mayoría de ellas se basan en intereses personales.

El largometraje de Virzi viene al festival con un recorrido impresionante de más de treinta premios y con la reciente noticia de haber sido elegido por su país para representarlo en los Óscar. Veremos si se lleva el premio del público por el que compite aquí en Sevilla.


Ver Ficha de El capital humano.


De vuelta a la sección oficial, ayer se proyectaba una de las favoritas para llevarse el Giraldillo de Oro: A pigeon sat on a branch reflecting on existence es la última entrega de la trilogía sobre la existencia, rodada por el director sueco, Roy Andersson, y posiblemente la mejor a tenor de los éxitos que va cosechando allá donde se proyecta.



La cinta es un conjunto de cuadros ligeramente entrelazados con el humor como protagonista y con el surrealismo como su pareja de baile. Ambos unidos para denunciar el comportamiento humano, egoísta y cruel, con la siempre difícil herramienta que es la comedia.

La serie de sketchs —la mayoría de ellos— tienen como nexo de unión a dos vendedores ambulantes de artículos de broma. Ellos, con su apariencia sombría y triste, contrastan con los objetos con los que comercian de la misma forma que, en un sentido más general, a lo largo de todo el filme, Andersson enfrenta lo despiadado del ser humano con las risas del público.



El humor del director sueco es difícilmente clasificable. Sus personajes tienen el rostro pintado de blanco, como los mimos (la palabra griega “mimo” significa imitación de la realidad), pero sin los contornos tan definidos. Son mimos “deprimidos” y sin consuelo que se comportan con la resignación propia del que sabe que formar parte de la humanidad es la madre de todas las desgracias. Lo hacen dilatando el tiempo, sin prisa, en un entorno también sin personalidad y rematando el elaborado gag con una sorpresa final que desencadena la risa. Por buscar alguna similitud, podíamos decir que el personaje típico de Andersson es el que solía interpretar Buster Keaton, pero participando en una película de Jacques Tatí.

El único problema que presenta la cinta es el alto nivel con el que arranca: los tres gags sobre el enfrentamiento con la muerte son estupendos, también el de la academia de baile y los que tienen lugar en un bar, con salto en el tiempo incluido. Con tal comienzo, mantener el mismo ritmo de carcajada por sketch durante 101 minutos es casi imposible. A pesar de que la cinta va decayendo con el tiempo, con algunos picos divertidos casi al final, el conjunto resulta muy recomendable; y saludable. A nivel colectivo se puede aplicar lo mismo que a nivel personal: lo mejor para combatir la depresión es reírse de uno mismo.




viernes, 14 de noviembre de 2014

AIMER, BOIRE ET CHANTER (Alain Resnais, 2014)

Esperábamos ver la última película de Alain Resnais más que nada para dar el último adiós al gran director de la legendaria Nouvelle Vague desde donde se debe hacerlo, desde la butaca del cine. Lo conseguimos aquí, en el festival de Sevilla de cine europeo y dentro de la sección Oficial:


Aimer, Boire et Chanter es una cinta muy característica del estilo que ha estado persiguiendo Resnais desde los años noventa, si bien, sabemos que no hay película igual a otra en la filmografía de este autor. Un filme muy apropiado para una despedida, aunque suponemos que no de forma premeditada ya que cuando el director falleció andaba detrás de su siguiente película.

La cinta es una comedia ligera que narra el cambio que supone en la vida de tres parejas el inminente fallecimiento de un amigo común: La triste noticia del cáncer de George Riley llega cuando su grupo de amigos se dispone a ensayar una obra de teatro amateur. Entre todos deciden que George puede formar parte del elenco con la intención de ayudarle a sobrellevar la tragedia. Con George en la función, la estabilidad en la vida del grupo comienza a tambalearse cuando las tres mujeres se pelean por estar con él. Todas tienen motivos para un encuentro sexual: una es su exmujer, otra es una antigua amante y la última es su pareja en la ficción.

Decimos que la película sigue, de alguna manera, lo iniciado en los noventa y en la década siguiente por Resnais con el díptico Smoking/No Smoking (1993) y con Coeurs (2006). Todas ellas, igual que Aimer, Boire et Chanter, adaptaciones de obras de teatro del escritor inglés Alan Ayckbourn -en este caso se trata de una versión de "Life of Riley"-; y todas interpretadas por la mujer del director, Sabine Azéma.



Como ocurría con el díptico del 93, Resnais se rodea de color en su puesta en escena, utiliza dibujos para las transiciones entre las secuencias y no disimula, en absoluto, la fuente teatral del argumento original; mucho más acentuado esto último, cuando los escenarios son modernos decorados de teatro. Un alarde brechtiano que continúa con el hecho de colocar una especie de rejilla de fondo en los primeros planos para aislar más al personaje; con la sobreactuación/declamación de los actores; y con el guión especular, todo para rendir un entrañable homenaje a las tablas. Da la impresión de que el director ha querido recordar el film d’art francés. Algo así como una personal vuelta a los orígenes para evocar aquel movimiento que consiguió elevar el cine a la categoría de arte cuando tan solo era un espectáculo de feria.

Si la forma de Aimer, Boire et Chanter es consecuente con Smoking/No Smoking, y es lo mejor del largometraje, el contenido y, sobre todo, el resultado es sensiblemente inferior. Una floja despedida de Resnais que no empaña para nada su brillante carrera, pero que de forma casual, insistimos, posee un argumento muy adecuado para poner fin a su obra: todo gira en torno a un hombre que se va a morir en breve y finaliza con una escena en el cementerio muy significativa.  





jueves, 13 de noviembre de 2014

MR. TURNER (Mike Leigh, 2014)

Aclaración: Mr. Turner compitió en el Festival de Cine Europeo de Sevilla del 2014, pero también se pudo ver en el certamen del 2015, en el ciclo dedicado al actor Timothy Spall. La reseña que viene a continuanción fue escrita en el 2014:

Ayer fue, sin duda, un día grande en el festival. Asistimos a la proyección de prensa de una película de qualité, la muy esperada cinta de Mike Leigh sobre la vida del pintor británico William Turner:


Decimos que fue una buena jornada porque el largometraje de Leigh (lo de “largo” es literal, quizás su única pega) nos dejó más que satisfechos debido al enfoque, académico sí (ambientación, vestuario, música, fotografía…, todo impecable), pero personal también, con el que el director se ha embarcado en un proyecto destinado a dejar huella en su obra. Una veintena de películas que parecen limitarse a Secretos y Mentiras, El secreto de Vera Drake, y el resto…, y a la que ahora habrá que añadir a Mr. Turner entre ellas, al lado de ellas; no hay dos sin tres.

Reconozco que lo primero que pensé al ver la cinta de Leigh fue en el Rembrandt (1936) de Alexander Korda. Y es que lo de cine “de calidad” acompañado del adjetivo biopic y rematado con el de “británico”, necesariamente nos lleva a aquellas producciones tan cuidadas de los hermanos Korda en la London Films. Con casi ochenta años de separación entre ambas películas, sorprenden tantas similitudes a la hora de darle un repaso al argumento: Korda y Leigh eligen sólo una parte de la vida de los dos pintores cuando los retratan ya famosos; cuando ponen el énfasis en las tragedias que supusieron la pérdida de la esposa de Rembrandt y el padre de Turner, respectivamente, y en la privacidad de sus relaciones amorosas con sus criadas, los dos, y con la doble vida que llevó Turner en Chelsea con la dueña del motel donde se alojaba. También destacan, ambos, cómo la pintura de los artistas cambió desde las muertes de sus seres queridos, y de qué manera llegaron a ser incomprendidos por sus colegas de entonces y por el público.


Por otro lado —y seguimos con las comparaciones—, en ambas producciones destacan la presencia de dos actores de la talla de Charles Laughton y de la valía (aún no reconocida, pero creemos que Mr. Turner es su película) de Timothy Spall. Ambos muy bien caracterizados y excelentes en sus actuaciones. Tanto es así, que nos atrevemos a decir que los gruñidos de Turner/Spall (y las risas del público al escucharlos) se recordarán mucho tiempo. Dicen que Spall gastó dos años de su tiempo en aprender a pintar para meterse dentro del papel de su vida. Una meticulosa preparación que ya empieza a dar sus frutos: el actor fetiche de Leigh viene con el premio de Cannes debajo del brazo. Muchas justificaciones tendrá que dar el jurado, aquí en Sevilla, para no concederle el mismo galardón.



Referencias cinéfilas aparte, insistimos que la cinta de Leigh es un proyecto personal cuando no se limita a narrar la vida del pintor, sino a presentar en pantalla la mirada del personaje. El realizador intenta algo maravillosamente imposible: reproducir con imágenes no lo que el pintor veía, sino lo que sentía, lo que luego plasmaría en su obra. Un propósito encomiable el de Leigh que nos deja algunos fotogramas para enmarcar (literalmente).

En esa labor, como decimos imposible, Leigh también se ocupa de los encuentros de Turner con sus colegas (la secuencia en la Real Academia de las Artes, retocando los cuadros que allí están expuestos, es de lo mejor de la película) y de presentar en pantalla una de las más bellas y emocionantes relaciones padre-hijo que se hayan visto en el cine.



Otro logro de la cinta es la gestión del tiempo. Así, vemos a lo largo del filme la evolución de Turner desde la muerte de su padre: los avances tecnológicos se suceden (barcos de vapor, ferrocarril, fotografía, etc.), mientras, Leigh usa el desgaste de Turner y el deterioro físico de la criada como referencias para las elipsis. Parejo al cambio progresivo que presenta el director, es la evolución abstracta de la obra del artista que, incomprendida, se adelanta aún más a ese tiempo de inventiva frenética.

Creemos que Mr. Turner hará las delicias de los aficionados a la pintura y al arte en general; incluido el cine, naturalmente. Por tanto, inferimos casi de perogrullada que nos encontramos ante una de las películas más importantes de las que han  pasado por el festival hasta el momento.


Ver Ficha de Mr. Turner.


miércoles, 12 de noviembre de 2014

CLASS ENEMY (Razredni sovraznik de Rok Bicek, 2013); HUNGRY HEARTS (Saverio Costanzo, 2014)

Cumplido ya la mitad del recorrido del festival de cine europeo que se celebra en Sevilla, ayer fuimos testigos de dos proyecciones muy diferentes, eslovena una, italiana la otra; de la sección EFA, la primera, de la oficial, la segunda:



Class Enemy es una cinta que denuncia algo más que el sistema educativo esloveno, es una película que narra como un grupo de estudiantes se rebela contra un profesor sustituto que nada más llegar se muestra inflexible con su método de enseñanza. El mote de “nazi” que pronto le cuelgan, y un trágico suceso del que le culpan, provocarán que la revuelta degenere en un motín que pone al instituto al borde del desastre.

La trama del largometraje de Rok Bicek recuerda -y le da la vuelta- al argumento de La Ola (Die Welle de Dennis Gansel, 2008). Mientras la película alemana parte de un profesor que pone en marcha un experimento sociológico que se va de madre, y es más simbólica que otra cosa, Class Enemy arranca desde unos alumnos enrabietados contra su maestro que, aunque también evoluciona mal, se presenta ante el público mucho más realista.



Para lograr ese efecto, Bicek, el joven realizador esloveno, gestiona la puesta en escena con brillantez al tiempo que rueda con una cámara nerviosa el buen trabajo realizado por todos sus actores —quizás éste sea su mejor activo, teniendo en cuenta que ninguno de los que tienen el rol de estudiantes son profesionales de la actuación—. Consigue presentar a unos alumnos que resultan tan intolerantes como el sistema que denuncian, aunque haya diferencia entre ellos: por un lado se encuentran los líderes que se embarcan en esa huida hacia adelante para desahogarse, para no enfrentarse a sus propios problemas; y por el otro, los que se mueven por inercia, sin personalidad, y se limitan a obedecer las órdenes de los primeros. Sólo unos pocos reflexivos o interesados, no participarán en el motín, pero tampoco se pondrán del lado del profesor.

Al parecer la historia se basa en la propia experiencia del director en su etapa del instituto, de ahí el realismo de la trama y lo preocupante de la historia. Sólo decir que gustará especialmente a los que se hayan dedicado, o se dediquen, a la enseñanza.


Ver Ficha de Class Enemy.

La siguiente cinta, la italiana Hungry Hearts, es una apuesta singular por el cine de terror aunque no llega a cuajar del todo.


La película se presenta desde las primeras imágenes como una divertida comedia romántica cuando Jude (Adam Driver) y Mina (Alba Rohrwacher) se conocen por casualidad en un restaurante chino de la Gran Manzana. De hecho, la primera escena con los dos encerrados en el cuarto de baño, es de verdad muy graciosa. Continúa la cinta como una de tantas historias de amor que se desarrolla entre una pareja joven, en este caso un estadounidense y una italiana, con Nueva York como telón de fondo. Sólo cuando Mina se queda embarazada, y los dos deciden casarse y tener el hijo, las cosas empiezan a cambiar.

La evolución es tan brusca que pasamos de un largometraje basado en el humor a un drama teñido de thriller psicológico que por momentos va transformándose en una película de terror. Tanto es así que el director comienza a usar elementos clásicos para crear la atmósfera típica del género (música, cambio de color, distorsión en la imagen con grandes angulares), es decir, no quiere que el público se equivoque: lo del principio fue un engaño, en realidad hay que pasar miedo; y vaya si se pasa.



Lo mejor de la cinta es sin duda el trabajo de Adam Driver y Alba Rohrwacher. Los dos actores nos muestran el amplio espectro de registros que dominan, desde la comedia hasta la tragedia pasando por el drama; tiene oportunidad de hacerlo gracias a esa trama tan cambiante y, es de suponer, a la dirección de Saverio Costanzo detrás de la cámara. No nos extrañaría que se llevaran algún premio por tan excelsas interpretaciones.

La pega de la película está en su conclusión. Un final que no vamos a desvelar, pero que no nos parece apropiado, más bien lo estimamos poco justificado teniendo en cuenta todo lo que hemos visto anteriormente. A pesar de ello, no hay duda de que la cinta tiene su interés y gustará a los amantes del género; y a alguno, como dice la organización del festival, le recordará a la película de Roman Polanski, La Semilla del Diablo.  


 Ver Ficha de Hungry Hearts.


martes, 11 de noviembre de 2014

STRATOS (To Mikro Psari de Yannis Economides, 2014)

El cuarto día de festival, aquí en la cita europea de Sevilla, fue una jornada dedicada al género que tanto nos gusta, el cine negro. En esta ocasión disfrutamos de su versión mediterránea porque ayer fuimos testigos de un noir al estilo griego, una propuesta de Yannis Economides muy personal que no nos defraudó:























Stratos es un veterano asesino a sueldo que se muestra cansado y enfermo. Al tiempo que combina su trabajo de verdugo con el de empleado en una fábrica del sector de la alimentación, se presta a ayudar a escapar de la cárcel a Leonidas, su exjefe al que le debe la vida. Mientras aporta dinero para excavar un túnel, le proponen entrar a formar parte de una familia de delincuentes, un grupo mafioso que controla la región y que, entre otras cosas, pone en peligro la integridad de Katharina, su vecina de ocho años.

La cinta camina por el cine negro con una estructura lineal, pero fragmentada, que divide el metraje en secuencias claramente diferenciadas. Son escenas separadas por fundidos a negro que marcan las elipsis y propician el suspense. Lo logran al basarse en un diálogo bien planificado que incluye puntos de giro dentro de cada porción de película; o que combinan escenas que parecen de transición con impactantes imágenes de acción.



Ese contraste en la parte visual es consecuente con el que propone el director con respecto a los personajes. Así, Vangelis Mourikis (Stratos) se muestra contenido en su interpretación, lacónico e inexpresivo, mientras el resto de actores actúan con libertad, con una improvisación histriónica y exagerada que acentúa aún más el comportamiento del protagonista. La tensión de la trama se eleva con la misma intensidad que la ansiedad del espectador, que sabe que Stratos va a estallar de un momento a otro.

Pero quizás lo más atractivo de la cinta sea su tono crepuscular. El realizador lo consigue desde el arranque cuando se adivina un halo de decadencia en el primer plano del filme: un cementerio de autobuses y tranvías abandonados, cubiertos de óxido, será el escenario de uno de los “trabajos” del protagonista. También suma para lograr el efecto de declive la música melancólica de una guitarra acústica, que nos recuerda a las películas de Wim Wenders y que acompaña a un resignado Stratos en su cita con el destino.  

Ver Ficha de Stratos.



lunes, 10 de noviembre de 2014

THE TRIBE (Plemya de Miroslav Slaboshpitsky, 2014); FUERZA MAYOR (Force Majeure de Ruben Östlund, 2014)

De la Sección EFA a la Oficial transcurrió la tercera jornada de ayer, aquí en el festival de cine europeo de Sevilla. Antes de comentar la cinta que compite por el Giraldillo de Oro, y que se nos antoja una de las favoritas para ganarlo, demos un repaso a una película que termina por explotar ante los ojos de los espectadores como una bomba de relojería:


Se trata de The Tribe, el original filme del ucraniano Miroslav Slaboshpitsky que se desarrolla sin diálogos, sin subtítulos, sólo con el ruido ambiente como único componente de la banda sonora. Y es que el filme narra la vida dentro de un internado para sordomudos, un peculiar colegio como un ghetto donde el mundo del silencio, como digo, estalla ante nuestros ojos.

Lo hace desde el punto de vista de un alumno que llega nuevo al centro y que pronto se dará cuenta de que la verdadera “enseñanza” comienza cuando acaba la jornada escolar. Entonces se verá sumergido en una vorágine de violencia psíquica y física donde la prostitución, la trata de blancas, las peleas, los robos y la intimidación están a la orden del día.



Aunque no se les oiga, los personajes de The Tribe hablan a gritos y parece que se rebelan de forma despiadada contra un mundo que los margina. Creo que esa es la intención del director cuando retrata, con un realismo que noquea al público, la violencia explícita que refleja la situación que vive la propia Ucrania dentro de una teórica Europa pacífica.

El largometraje es una denuncia clara, pero también un ejercicio de estilo por doble motivo: por la dificultad que supone rodar sin diálogos y hacer que con la imagen se entienda todo lo que ocurre en la pantalla, algo que no es otra cosa que llevar el cine hasta sus fundamentos y que ya se hacía durante el período mudo; y, por otro lado, estructurar la cinta en escenas que resultan ser planos secuencia larguísimos, muy bien planificados, pero la mayoría de ellos de una crudeza no apta para estómagos delicados; donde destacan la minuciosidad de un terrorífico aborto clandestino, y la contundencia del impactante final.


Ver Ficha de The Tribe.


Y ahora sí, nos centramos en la sección Oficial y en una de las películas estrella del festival, la aclamada Fuerza Mayor o Turist (seleccionada para los Óscar), un filme que viene del norte, de Suecia concretamente, para hacernos recapacitar acerca de las relaciones de pareja. Ya nos lo advertía su director, Ruben Östlund, desde una pequeña isla en Goteborg. Hablaba con el público de Sevilla a través de un vídeo casero y bromeaba al presentar la película cuando decía que su intención había sido rodar la mejor avalancha de nieve jamás filmada y la más desastrosa separación de un matrimonio.



La broma no era tal, porque la cinta arranca como si se tratase de una película de catástrofes para, enseguida, centrarse en la verdadera catástrofe del largometraje: las consecuencias que dicho alud tiene sobre la pareja protagonista:
Tomas y Ebba disfrutan de unos días de vacaciones con sus hijos en un centro turístico dedicado a los deportes de invierno. En la segunda jornada, sufren la angustia de una avalancha que por suerte se queda en nada, pero que los sitúa al borde de la ruptura. Todo por culpa de la reacción de Tomas en el momento del siniestro: sale corriendo sin mirar atrás, abandonando a su suerte a Ebba y a los pequeños.

Para narrar la historia, el realizador juega con los personajes y con el entorno. Si bien se apoya en bellos paisajes nevados, pone el énfasis en una suerte de situaciones aparentemente peligrosas que amenazan a los protagonistas. También recurre al sonido cuando las explosiones controladas de la estación de esquí da la impresión de que anuncian una tormenta artificial, algo que en todo momento nos pone en ambiente: el feliz matrimonio se acerca al punto de ebullición.



La trama de Fuerza Mayor nos recuerda lo frágil de las relaciones de pareja, y nos sitúa dentro de un cine, el sueco, que tradicionalmente se ha ocupado de este tema desde que Ingmar Bergman lo hiciera suyo a lo largo de toda su obra. Sin embargo, a diferencia de Bergman, Östlund huye de cuestiones metafísicas, abandona el realismo poético y la carga literaria de su antecesor, para trasladar su reflexión al mundo de los mortales. Presenta con objetividad, y con humor, el conflicto al espectador, que tenderá a posicionarse a favor de una de las partes, no en el momento del alud, sino en el debate posterior.

Algo parecido a lo que le sucede a otra pareja que aparece en la trama, como si nos representaran a nosotros, al público, y que también se pondrán en una difícil situación al tener que opinar acerca del comportamiento de Tomas. Al final, la disputa entre Ebba y su marido sí que tendrá un efecto avalancha. Será cuando provoque una cascada de dudas entre las parejas que asisten al drama. Si estalla la discusión entre el público, en ese mismo instante, sabremos que el director se ha salido con la suya.



Ver Ficha de Fuerza mayor.



domingo, 9 de noviembre de 2014

LEVIATÁN (Leviathan de Andrey Zvyagintsev, 2014)

Fructífera jornada la de ayer, la segunda del festival de cine de Sevilla, donde pudimos asistir a una buena película que viene del frío, pero que no nos dejó indiferente. La cinta rusa tiene en su haber el premio a mejor guión en Cannes, ha sido elegida por su país para participar en los Óscar, y aquí ha dejado el listón muy alto demasiado pronto:























Leviatán narra las desventuras de Nikolai, un mecánico que vive con su mujer Lilya y con su hijo Roma, a la orilla del mar, en una casa de su propiedad. El terreno donde se asienta la vivienda y el taller es reclamado por el alcalde, el cacique del lugar, y pronto será expropiado injustamente. Para ayudar en el pleito, viene de Moscú el abogado Dimitri, viejo compañero de armas y buen amigo de Nikolai. Dimitri trae consigo buenas noticias: posee unos documentos que prueban las actividades ilegales del alcalde y sus secuaces.

Con esta estructura de western arranca la cinta de Zvyagintsev (viejo conocido del festival, ya consiguió un premio con Elena en un certamen anterior): un forastero viene de Moscú para ayudar a su amigo y, de paso, arreglar las injusticias cometidas por el cacique del lugar. El abogado se tiene que enfrentar sin ayuda a todos los poderes fácticos: la policía, los jueces, la iglesia y el más temible de todos, el representado por el alcalde corrupto. Pronto comprobaremos que ni esto es una película del oeste ni Dimitri tiene unas intenciones completamente sanas: su relación con Lilya va más allá de la simple amistad y eso puede traer consecuencias desastrosas; también el enfrentamiento con el alcalde las traerá.


Para concebir Leviatán, Zvyagintsev se basó en un caso real sucedido en Granby, Colorado, y en la Biblia, concretamente en el libro de Job del que podemos oír algunos fragmentos en boca de los personajes. Todo para mostrar con dureza la situación casi feudal que sufren algunas ciudades de la Rusia post-soviética. No nos parece un ejercicio de nostalgia por el antiguo régimen comunista, del que aún se recuerdan vestigios como el de la solitaria estatua de Lenin que asiste impávido a los acontecimientos, pero sí de denuncia de la descomposición del sistema. Así, la actuación de la justicia se limita a una verborrea inútil; la influencia de la iglesia se vuelve en contra de los feligreses y alienta el caciquismo debido a intereses comunes; y la inoperancia de la policía beneficia al poder. Mientras esto sucede, el alcohol descontrola las relaciones y vicia el comportamiento entre los miembros de la familia y los amigos.

Para reflejar todo esto con realismo, el director ruso escamotea casi todas las escenas explícitas de violencia y sexo con la intención de incidir, de subrayar la tensión con la que se vive en el pueblo, donde se masca la tragedia. El esqueleto de una ballena varada en la bahía va en ese sentido. Es una imagen impactante que utiliza el realizador como metáfora de un sistema putrefacto. También se puede interpretar el uso de los restos del cetáceo como recuerdo del pasado, de lo que fuera un lugar próspero en su día; o como un anuncio del futuro próximo, de la tragedia que se cierne sobre Nikolai y su familia.




Ver Ficha de Leviatán.


sábado, 8 de noviembre de 2014

LA IGNORANCIA DE LA SANGRE (Manuel Gómez Pereira, 2014)

Arranca la undécima edición del festival de cine europeo de Sevilla, con muchas expectativas puestas en la película española que se proyecta en el Teatro Lope de Vega, en la gala inaugural. Antes de comentar las virtudes —y los defectos— de este policíaco de Manuel Gómez Pereira que abre la Sección Oficial, pero que no compite en ella, vamos a echar un vistazo al otro apartado importante del festival: la Sección EFA, o grupo de películas que optan a los premios de la Academia de Cine Europeo.

De este capítulo del concurso, ayer pudimos ver Blind (2014), una cinta noruega del realizador Eskil Vogt que nos dejó sorprendidos por su singular propuesta. Vogt nos ofrece la particular “visión” de Ingrid, una ciega que se inventa a su antojo el mundo que le rodea. La joven discapacitada fantasea con la relación que surge entre una pareja de vecinos, los solitarios Einar y Elin, un obseso sexual, el primero, y una madre soltera, la segunda. Al mismo tiempo que construye una historia entre ellos, Ingrid interpreta a su manera los silencios de Morten, su marido. Se lo imagina observándola o chateando con otra mujer, que podría ser Elin, ¿por qué no? ¿Y si Elin fuera ciega también? ¿Y si en vez de un niño tuviera una niña? ¿Y si…? Un sinfín de preguntas que provocan que las distintas subtramas se diversifiquen mientras se mezclan con la realidad o se separan de ella. Un caos imaginativo que roza la comedia, envuelto en el mantra que resulta ser la repetitiva música de la original cinta de Eskil Vogt.























Pero vayamos a la película protagonista del día de ayer, La ignorancia de la sangre. Un ejemplo más de que el cine de género es la solución para sacar a flote la maltrecha industria cinematográfica de nuestro país. Es la estrategia por la que siempre hemos apostado, la que nos parece más adecuada para atraer al público a las salas hasta conseguir, digamos, una “masa crítica” suficiente de espectadores que crea en el cine patrio y que haga posible que otras propuestas menos comerciales triunfen también.

En este sentido, nada que reprochar a la última película del veterano Gómez Pereira. Un director que ya triunfara en la primera mitad de los noventa con cuatro comedias muy divertidas, pero que ahora se pasa al bando del cine negro para probar suerte dentro, repito, de esta iniciativa comercial casi generalizada. Lo hace adaptando un best seller de Robert Wilson, escritor británico que tiene una saga protagonizada por el inspector Falcón, policía español de ficción afincando en Sevilla.

La trama doble de la cinta de Gómez Pereira nos remite a las novelas negras que se estilan ahora, las que vienen de fuera de nuestro país, pero también las de dentro. Los aficionados al noir reconocerán la estructura de la película y el salto de género dentro de la cinta, desde el cine policíaco al negro hasta desembocar en el thriller. Todo para ganar la atención del público al conseguir que la acción vaya en aumento y no decaiga nunca. Hasta aquí las bondades del filme, las debidas al argumento, pero también a Gómez Pereira que maneja bien el ritmo que reclama la historia para asegurar el entretenimiento del público, lo cual no es poco.



Los defectos (hay unos cuantos, ahora veremos) impiden que la cinta se apunte el tanto de la producción de calidad con el que seguro soñarían el guionista, los intérpretes y el director; los mismos que provocan, a nuestro entender, los principales fallos del largometraje: el guión adaptado, más allá de caer en un par de situaciones inverosímiles, tropieza en bastantes diálogos estereotipados, aquellos que ya hemos oído y leído cientos de veces, como los que surgen entre el héroe y su mujer/novia/amante cuando ésta le reprocha que le salpiquen a ella y a su hijo los casos del policía, o los que se suceden entre los agentes de la ley, o entre éstos y los mafiosos. Un libreto acartonado que chirría en la primera parte del filme, hasta que el interés de la trama logra que el espectador consiga obviarlo.

De los actores, nada que objetar al protagonista, un buen Juan Diego Botto en el papel del policía desvalido que nos recuerda a otros personajes del cine negro (no sé por qué nos viene a la memoria el Philip Marlowe de William Powell en Historia de un detective, quizás por estar casi siempre a merced de los “malos” y por tener entre ellos a una mujer peligrosa como archienemiga). Tampoco le ponemos pegas a Paz Vega o a Cuca Escribano, pero sí a Alberto San Juan que es, en nuestra opinión, el que se lleva la peor parte (al parecer, sustituyó a Hugo Silva que era el actor elegido para el papel). Con un registro dramático falso, diríamos que forzado, San Juan no acierta con el rol de su personaje y confirma nuestra preferencia por sus actuaciones en las comedias. Lo mismo que nos ocurre con Gómez Pereira: también nos decantamos por sus comedias.



Y no es que lo haga mal el realizador, ya hemos dicho que maneja muy bien los tiempos y el ritmo, lo que no nos gusta del todo es la puesta en escena y la gestión del objetivo, sobre todo cuando usa —abusa— de los primeros planos como si estuviera dirigiendo una serie de televisión. Somos de la opinión de que esos encuadres hay que reservarlos para escenas donde queremos resaltar el aspecto íntimo del personaje. Si los utilizamos sin ningún control, cuando lleguen esas secuencias perderán la fuerza, y el efecto que deseamos conseguir con ellos se diluirá o desaparecerá.  

A pesar de todo, La ignorancia de la sangre es un buen intento de llevar nuestro cine por el acertado camino de lo comercial, como La isla mínima (de bastante más calidad), Celda 211, Grupo 7, No habrá paz para los malvados, La caja 507 y algunas más que han conseguido que nuestras películas por fin se cuelen entre las preferencias del público, compitiendo en la cartelera con la implacable oferta norteamericana.


Ver Ficha de La ignorancia de la sangre.


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