lunes, 20 de marzo de 2017

ESPECIAL KIRK DOUGLAS (IV): EL ÚLTIMO TREN DE GUN HILL (Last Train from Gun Hill de John Sturges, 1959)

El Último Tren de Gun Hill, pertenece al extenso ciclo de películas del oeste que protagonizó Kirk Douglas, y que le reportó grandes éxitos. Además de la excelente actuación de la estrella, también destaca su implicación personal. La historia que escribió Les Crutchfield (“Showdown”, como originalmente se llamaba) pasó con nota el filtro de posibles proyectos de la Bryna, productora propiedad del actor:



Un sheriff (Douglas) persigue a unos criminales que han asesinado a su mujer. El rastro le lleva hasta el hijo de un antiguo amigo. Ni su compañero de años pasados (Anthony Quinn), ni casi nadie del pueblo, están por la labor de dejar que se lleve al asesino en el tren del título.

El guión de James Poe destacó sobre los demás porque la trama pertenecía a la serie de películas que se realizaron a la sombra de Solo ante el Peligro (High Noon de Fred Zinnemann, 1952). Eran cintas pertenecientes a un subgénero que quería aprovechar el tirón y seguir con la acertada simbología Mccarthysta del héroe abandonado a su suerte, pero decidido a seguir hasta el final; eso sí, sensiblemente preocupado y no exento de tentaciones para dejarlo todo.

En contraposición al western de Zinnemann, donde el protagonista roza la cobardía, surgieron otros con el ánimo de volver a dejar en buena situación la figura del representante de la ley y confirmar que no necesitaba a casi nadie para llevar a cabo su misión. La trilogía de Howard Hawks, Río Bravo (1959), El Dorado (1967) y, en menor medida, Río Lobo (1970), podrían encontrarse en esa línea. Sin embargo, Last Train from Gun Hill pasa por ser una mezcla de las dos corrientes. En efecto, Matt Morgan, el crispado sheriff -nadie mejor que Kirk Douglas para dignificar la crispación- actúa también solo, sí, pero sin temor; quizás por la inmunidad que otorga los deseos de venganza. Realmente es un personaje más cercano al interpretado por Arthur Kennedy en Encubridora (Rancho Notorious de Fritz Lang, 1952) que al de Gary Cooper en Solo ante el Peligro.



Para llevar a buen término el filme, Kirk Douglas se rodeó de verdaderos especialistas: utilizó el productor más eficiente, Hal B. Wallis; se sirvió de uno de los mejores directores de fotografía, Charles Lang, que ya había ganado un premio de la Academia y, nada menos, que 17 nominaciones en toda su carrera; y redondeó la faena con la música del gran Dimitri Tiomkin, el mismo que participara en la ya muy citada cinta de Zinnemann. Pero sobre todo consiguió poner al frente del proyecto a John Sturges –un director siempre en alza- para asegurarse una película entretenida y con creciente suspense hasta el final.

Del realizador ya nadie duda acerca de su habilidad para la puesta en escena y para el aprovechamiento de los formatos scope. Si su mejor activo es la destreza en las secuencias de acción propiamente dichas -el arranque y el último cuarto de hora son de una tensión tremenda-, en Gun Hill demuestra que también sabía emocionar. El último plano, una panorámica desde el punto de vista de Matt/Kirk, en el ya famoso tren, así nos lo confirma. ¿Hay mejor forma de acabar este artículo que recordando esa imagen?







lunes, 6 de marzo de 2017

CINE EN DVD: ALATRISTE (Agustín Díaz Yanes, 2006)

Se cumplen diez años del lanzamiento del DVD por la Fox (febrero-2007) de la película basada en las aventuras del capitán Alatriste; una buena excusa para revisar la atractiva cinta española y recuperar la crítica que escribimos en el momento de su estreno en el cine, reseña aún no publicada en el blog:



Uno se ha vuelto de lo más desconfiado. Acude al cine con la escopeta cargada y con la mecha encendida cuando se trata de ver una película promocionada hasta la saciedad; aunque no sea norteamericana. En el caso de Alatriste, tuve que dejar el fusil en el ambigú y apagar la mecha nada más comenzar la cinta; justo cuando vi a Viggo Mortensen emergiendo de las aguas, ¡buen comienzo, vive Dios! Y es que el largometraje de Agustín Díaz Yanes, sobre las novelas de Pérez Reverte, se puede calificar de muy interesante. Interesante, pero desigual. Veamos primero lo que falla en esta producción:

La narración es discontinua y distorsiona el resultado final. La trama se interrumpe por doquier, quebrando su unidad en varias ocasiones. La culpa es de un guión que ha querido abarcar mucho para tan poco tiempo –y eso que la cinta dura dos horas y media-. Le ocurre lo mismo que al clásico de aventuras El Hidalgo de los mares. Allí, Raoul Walsh quiso incluir en una misma cinta varios libros de C.S. Forester. El resultado fue una trama que se partía en dos. Tanto en aquella ocasión, como en Alatriste, los guionistas tendrían que haberse conformado con menos base literaria o bien haber realizado una secuela. Pero no ha sido así. Por culpa de esa no-linealidad echamos en falta más secuencias que reflejaran la labor de aprendizaje entre el capitán y su protegido; la ruptura con el Conde de Guadalmedina de una forma más progresiva; o haber alargado la escena en la que los dos amigos, Alatriste y Quevedo, se enfrentan a partidarios de Góngora, por citar sólo algunos ejemplos.


El casting de la película también es irregular. Si el personaje de Viggo Mortensen y sus compañeros es muy adecuado –estupendos Echanove, Dechent y Eduard Fernández- no lo son tanto los “grandes de España”, Noriega y Javier Cámara. Nadie se imagina a éste último gobernando la nación y, en cuanto al primero, parece que ha prevalecido más el querer incluir a un actor de primer nivel en una cinta española, que en ser fiel al espíritu de la novela. Y hay que hablar de la “voz” del protagonista. No me voy a explayar aquí, sólo indicar que somos el país que mejor nivel de actores de doblaje tiene ¿por qué no utilizarlos cuando es evidente que hacen falta?

Dicho esto, aquí vienen las razones por las que creo que Alatriste es una obra importante: lo es por el tratamiento de la luz en algunos planos. Agustín Díaz Yanes y su director de fotografía han sabido captar la misma atmósfera que rodea los cuadros de Velázquez. Esto sucede, por ejemplo, cuando Viggo Mortensen se ata las botas después de una noche de amor con Ariadna Gil, o cuando el propio capitán acude para pagar el rescate de su ahijado.

También merece la pena observar el atractivo tono crepuscular que envuelve a los personajes, sobre todo al propio Alatriste. La decadencia del imperio español se refleja en sus rostros cansados, en sus cicatrices, en sus ropajes y en el progresivo pesimismo que destila toda la cinta. La ironía del autor queda patente en algunos diálogos donde se denuncian los males que siempre ha padecido nuestro país. La ambientación, el buen tratamiento del protagonista y las muy aceptables escenas de capa y espada - capa raída y espada sangrante – acompañan a todo lo anterior para conseguir un balance final favorable.





Ver ficha de Alatriste.



Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...