jueves, 26 de marzo de 2009

SILENCIO SE... GRABA (Semana del 27 de marzo al 2 de abril de 2009)

A las puertas de la Semana Santa ya asoman películas propias de estas fechas como Los Diez Mandamientos, que acompañan a otras cintas interesantes, todas ofrecidas por los canales televisivos nacionales y autonómicos. Son largometrajes tan buenos, que incluyen en la lista a La Noche del Cazador de Charles Laughton, a Los Pájaros de Hitchcock, a La Mujer Pantera de Tourneur, a Río Grande de John Ford, a Tess de Polanski o a Almas sin conciencia de Fellini, entre muchos otros.

Pinchar en la tabla para verla mejor (las películas en rojo no son necesariamente las mejores, son las que se comentan más abajo)


Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:


El Dorado (Howard Hawks, 1967) John Wayne, Robert Mitchum, James Caan. (IB3 y CARTV, viernes 27 a las 17:50 y sábado 28 a las 14:45, respectivamente)

El Dorado es un remake de Río Bravo (1959) y un anticipo de Río Lobo (1970), todas de Howard Hawks, uno de los grandes. Con esta trilogía el genial director quiso ofrecer una alternativa a Solo ante el peligro (High Noon de Fred Zinnemann, 1952). Y lo consiguió: el sheriff sólo necesita de sus colaboradores (un borracho, un anciano y un muchacho imberbe) para solucionar sus problemas, dejando al margen al pueblo que para eso lo eligió... leer más



Hombres Intrépidos (The Long Voyage Home de John Ford, 1940). John Wayne, Thomas Mitchell. (Popular TV, sábado 28 a las 18:00)

John Ford influenciado por el expresionismo, crea una obra maestra. Es en sí pesimista y va claramente en contra de la corriente de la época, de fervor patriótico y propaganda pro-bélica. Es la antítesis de la aventura, es un alegato a la soledad, a la cruda realidad de unos hombres que se gastan la paga de dos años en una noche y que no tienen más remedio que volver a embarcar para subsistir… leer más



Arabesco (Arabesque de Stanley Donen, 1966). Gregory Peck, Sophia Loren. (Telemadrid, domingo 29 a las 22:00)

Película entretenida de Donen que quiere emular a la excelente Charada (Charade, 1963), pero que lo consigue sólo a medias. Otra vez la música de Henry Mancini, y los créditos de Maurice Binder, son magníficos, pero la acción no está a la altura. Espejos y grandes angulares –demasiados- estropean una trama que quiso tener un aspecto original. Lo más interesante es ver a la pareja Sophia Loren-Gregory Peck imitando a la mejor Audrie Hepburn-Cary Grant. Los guiños a Hitchcock siguen siendo evidentes.



Big Fish (Tim Burton, 2003). Ewan McGregor, Albert Finney, Jessica Lange. (TvCanaria, miércoles 1 a las 21:15)

Reconozco que no soy muy entusiasta de Tim Burton y que me cuesta bastante ver sus películas, sobre todo las últimas. A pesar de esto, Big Fish me resultó interesante gracias a su apartado técnico y a la original forma de contar las historias que tiene el director de Ed Wood.

Burton sigue fiel a su manera de entender el cine y la vida misma, pero esta vez se retrata aún más que en anteriores producciones cuando la película quiere homenajear a aquellas personas que se resisten a crecer. A los eternos jóvenes que siguen viviendo sus historias, cada vez más cercanas a lo imposible.

El realizador acierta con la pareja protagonista al elegir a Ewan McGregor y Albert Finney (el mismo personaje, a diferentes edades). Mientras que la puesta en escena se rodea de una fotografía muy estudiada: una paleta de colores intensa, con algún matiz gótico (no se resiste Burton a incluirlo) para las narraciones fantásticas; y un tono más convencional para la vida real.

Y es que la cinta se desarrolla a caballo entre la realidad y la ficción. Cada flash-back es un relato diferente lo que le da a la cinta, en su primera parte, un carácter episódico muy atractivo. Las referencias a cuentos, películas infantiles tradicionales, como El Mago de Oz, y a sus propias creaciones, son continuas.

La estructura evoluciona a medida que lo verdadero y lo imaginario van mezclándose. La ilusión se introduce progresivamente en la acción cotidiana para llegar a confundirse en la mente del protagonista –y en la de su hijo, a pesar de su oposición-. Pero también en la del espectador que le resulta difícil diferenciarlas, y no tiene más remedio que rendirse al punto de vista irreal del director. La disolución total llega con el excelente final; lo mejor de la película, y del propio Burton en la última década.


jueves, 19 de marzo de 2009

SILENCIO SE... GRABA (Semana del 20 al 26 de marzo de 2009)

Comenzamos el puente de marzo (para algunos afortunados) con un viernes cargado de películas, a cada cual más interesante, donde destacan dos obras maestras: Plácido y Lawrence de Arabia. Del resto de la semana sobresalen con luz propia uno de los largometrajes importantes de Steven Spielberg; un filme negro y un western -que pertenece ya a la leyenda del cine-, ambos de Nicholas Ray; una de las grandes películas de Hitchcock; y un mini ciclo emitido por TvCanaria, compuesto por dos cintas interesantes, acerca del famoso duelo en el O.K. Corral. ¡Saludos y que las disfruten!

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Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:

Regreso a Bountiful (The Trip to Bountiful de Peter Masterson, 1985). Geraldine Page, Rebecca de Mornay. (TV3, viernes 20 a las 18:25)

Hace tan sólo unos días fallecía en Hartford, Connecticut, Horton Foote, uno de los mejores escritores estadounidenses del siglo XX, ganador del Premio Pullitzer y de dos oscar, entre otros importantes galardones. Foote presentó en 1953, en televisión y en directo, su obra The Trip To Bountiful. El éxito del programa dramático continuó con su estreno ese mismo año en el teatro, donde Lillian Gish volvía a encarnar al personaje principal. En 1985, Peter Masterson realizó una nueva adaptación, esta vez para la gran pantalla, donde Foote se encargaba de nuevo del guión y Geraldine Page asumía la responsabilidad de tener que sustituir a la gran Lillian Gish. La producción se saldó con un merecido oscar para la excelente actriz y una película intimista muy interesante.

Geraldine Page es Carrie, una anciana que convive con su hijo y su mujer, en una pequeña vivienda, en el centro de una gran ciudad. La anciana no es feliz entre esas cuatro paredes y añora su vida en el campo. La radio, y la emisora "Días Alegres" -con un entrecomillado de lo más adecuado-, no son suficientes para aislarse de la tiranía de su nuera. Carrie ansía volver al pueblo de su infancia y juventud. Quiere regresar a Bountiful.

La cinta se convierte en una road movie crepuscular cuando Carrie decide escaparse y emprender el viaje. Sin embargo la estructura de la película no se aleja casi nada de las tablas. Sus cuatro actos se presentan demasiado definidos, en escenarios muy limitados que constriñen la trama y con un predominio de los primeros planos que hacen recordar su pase televisivo. Es la fotografía la que nos recuerda que estamos ante una producción cinematográfica: su luz tacaña apaga los colores y acompaña a Carrie en su recorrido existencial a través de anodinas estaciones de autobuses.

A pesar de esto el filme resulta entrañable sobre todo por la brillante actuación de Geraldine Page. La veterana actriz se encuentra muy bien secundada por Rebecca de Mornay en el segundo acto; ambas refugiadas en unos diálogos sencillos, austeros, pero contundentes.

Algunas tomas bucólicas, utilizadas como imágenes de transición, hacen que Peter Masterson se asome ligeramente para compartir el mérito de la cinta con Horton Foote y Geraldine Page. Donde el director aparece definitivamente es en la conclusión. Un final que vuelve a confirmar algo que se puede repetir en las vidas de cada uno de nosotros: idealizar el pasado tiene un peligro, cuando vuelves a él compruebas que nada es igual, que el Bountiful que recuerdas ha desaparecido.



Casino (Martin Scorsese, 1995). Robert De Niro, Sharon Stone, Joe Pesci. (TVE1, viernes 20 a las 23:00)

Original disección de Scorsese, de los entresijos de un Casino en Las Vegas controlado por La Mafia. El tratamiento del guión aparenta una mezcla entre documento y ficción, en parte gracias a estar la trama apoyada en hechos reales. Hechos que comienzan con cierta cotidianeidad pero que finalizan sobrecogiendo al espectador.

La cinta tiene una muy original estructura narrativa, donde dos voces en off se superponen para guiarnos a lo largo de esta ascensión y caída a los infiernos de tres personajes ambiciosos: Robert De Niro (actor fetiche de Scorsese) interpreta al gerente de un casino controlado por la Mafia, su labor es supervisar y asegurar que el continuo flujo de dinero hacia sus jefes no se interrumpa; Joe Pesci, es el antagonista de De Niro, es el matón al viejo estilo, el que quiere conseguir sus propósitos por la vía rápida. Entre ellos aparece una prostituta de lujo (Sharon Stone), no menos ambiciosa que los anteriores, que propicia el previsible final trágico y sangriento.

El resultado es una excelente cinta de Martin Scorsese, una de sus últimas obras mayores, muy en la línea de Uno de los Nuestros (Goodfellas, 1990), con la que guarda más de un elemento en común. Al ver Casino, uno mantiene la esperanza de que el viejo maestro salga del pozo en el que se ha metido y nos vuelva a deleitar con otra maravilla como esta.



La Aventura (L’ Avventura de Michelangelo Antonioni, 1960). Monica Vitti, Gabrielle Ferzzeti. (Telemadrid y La Otra, sábado 21 a las 00:45 y martes 24 a las 22:40, respectivamente)

Primera entrega -la mejor- de la famosa trilogía de "La incomunicación" a cargo de Antonioni (las otras dos películas fueron La Noche y El Eclipse), donde plantea un drama muy original y moderno que se sigue viendo con el mismo interés después de más de cuarenta años de su estreno.

Durante un crucero una mujer desaparece (Anna, interpretada por Lea Massari), su novio (Gabrielle Ferzzeti) y Claudia, su mejor amiga (Monica Vitti), emprenden la búsqueda que se convierte en una excusa para establecer una relación entre los dos. Los atrevidos planos en blanco y negro, y el excelente montaje que acompaña a la trama, resaltan la inestable relación entre los protagonistas y la soledad que subyace de ella.



Apuntes de la obra de Rosselinni, pero con un estilo propio, pueden observarse en la primera parte del filme, cuando los distintos pasajeros recorren una isla desierta, antes y justo después de la desaparición. Este punto de giro de la trama lo aprovecha Antonioni, con un golpe narrativo audaz, para cambiar el punto de vista, de Lea Massari a Monica Vitti, y comenzar una nueva película; la que le interesa al director. Con la sombra de la desaparecida siempre presente, la particular relación entre Claudia y el novio de Anna se llena de desconfianza y temor, hasta un desenlace que sorprendió en su día por dejar inconclusa parte de la trama.

Una película innovadora, de un realizador poco preocupado por el aspecto comercial, lo que propicia que su obra llegue intacta de intención a nuestros días.

miércoles, 18 de marzo de 2009

COLABORACIÓN: The Visitor (Tom McCarthy, 2007)



Un auténtico regalazo el que nos brinda el actor Thomas McCarthy en esta su segunda incursión detrás de la cámara que llega cinco años después de su aplaudida opera prima The Station Agent,bautizada en nuestro país como Vías Cruzadas. The visitor nos cuenta una bonita y entrañable historia de amistad y tolerancia con momentos que bordean, aunque nunca traspasan, los límites del discurso fácil y políticamente correcto. El film de McCarthy se beneficia además de una memorable interpretación de su actor protagonista, Richard Jenkins, que contra todo pronóstico – pero también con todo merecimiento- logró colarse entre los cinco finalistas a mejor actor principal en la edición de los Oscars 2.009.
En The visitor, Jenkins interpreta a Walter Vale, un profesor de economía de Connecticut viudo cercano a la jubilación con una vida bastante gris cuya monótona existencia se reparte entre sus clases de la Universidad y la redacción de un libro que está a punto de finalizar. Tras la muerte de su esposa, el hombre no tiene demasiadas motivaciones para seguir adelante y dedica su escaso tiempo de ocio a intentar aprender a tocar el piano, sin demasiado éxito por cierto. Un día, a Walter le comunican que debe presentarse en Nueva York para sustituir a un compañero en una conferencia y cuando llega allí se lleva la sorpresa de su vida. Al entrar en su pequeño apartamento de Manhattan, el profesor descubre que allí vive una joven pareja de inmigrantes sin papeles que previamente ha sido estafada por alguien que dijo alquilarles el piso en nombre de su dueño. En principio, Walter deja marchar a los "inquilinos" aunque viendo que no tienen donde dormir acaba acogiéndolos bajo su techo, siendo ése el comienzo de una bonita amistad.
Siempre he creido que al denominado cine independiente norteamericano le falta muchas veces eso que llamamos alma o si se prefiere capacidad de trasmitir y provocar emociones en el espectador, que se pierde a menudo en retóricas o en juegos de estilo que son las que en definitiva impiden que el mensaje final llegue con la nitidez suficiente. No ocurre esto en The Visitor con una historia y unos personajes sumamente vivos que le calan a uno desde el primer momento. La película, que empieza siendo un relato profundamente emocional y humano y gracias a un hábil giro de guión, acaba derivando en la denuncia política y cargando las tintas contra la política de inmigración llevada a cabo por la administración Bush, especialmente tras el 11 S. Con una abrumadora sencillez y economía de medios, apenas 4 personajes y un Nueva York muy alejado del retrato que nos ofrecen las grandes producciones, el film consigue emocionarnos y sacudirnos en la butaca. Porque ante todo lo que esta película logra transmitirnos es pasión, esa pasión necesaria para rebelarnos contra lo que consideramos injusto o para seguir confiando en el género humano a pesar de todo. O para intentar modificar el curso de nuestras vidas, que aunque pueda parecer lo contrario nunca es tarde para cambiar nuestro viejo piano por un djembé ni para dejar a un lado nuestra colección de cds de Chopin y apuntarse a los ritmos de Fela Kuti. Sólo por eso The Visitor ya merece mucho la pena.

sábado, 14 de marzo de 2009

GRAN TORINO (Clint Eastwood, 2008)

El cine, como parte de la vida que es, ha sido un vehículo perfecto para las despedidas. John Huston utilizó un relato de James Joyce para acentuar su partida. Dublineses (The Dead, 1987) anunciaba su muerte y significó a la postre uno de sus filmes más importantes. Kenji Mizoguchi, no sabemos si conscientemente, hizo un precioso y preciso resumen de su obra con su última cinta: La Calle de la Vergüenza (Akasen Chitai, 1956). No sólo los directores, también los actores han protagonizado despedidas tan emotivas como la de Spencer Tracy en Adivina quien viene esta noche (Guess who’s coming to dinner de Stanley Kramer, 1967), cuyo discurso final fue acompañado de los llantos de sus compañeros de rodaje (en especial de Katherine Hepburn); o la de John Wayne en un western de título tan significativo como El Último Pistolero (The Shootist de Don Siegel, 1976). Pues bien, hemos tenido la fortuna de presenciar una de esas despedidas; un adiós ejemplar que contiene todos los elementos citados anteriormente. Hemos visto Gran Torino.


Clint Eastwood, alentado por su decisión de retirarse de la actuación, se ha basado en la historia de Dave Johannson y Nick Schenk para construir una trama alrededor de su propia vivencia como actor y realizador. Y, posiblemente, haya conseguido una obra maestra.

El protagonista elegido por el director americano no podía ser otro que él mismo. O mejor dicho su trasunto. Aquel pistolero que creció de la mano de Sergio Leone y que amenazaba a sus victimas con la mirada. Ese policía de métodos poco ortodoxos que utilizaba su mágnum para tapar la boca de los delincuentes; o el cowboy errante, perseguido injustamente, cuya manera de escupir era una inequívoca señal de aviso. Todos ellos se encuentran presentes en Gran Torino. Ya están jubilados, pero permanecen fieles a su personalidad y determinación.

La forma en la que Eastwood organiza la cinta alrededor de su registro preferido, es la propia de un maestro. Un director consagrado que no se dedica a vivir de las rentas, sino que sigue aprendiendo y mejorando día a día y que permanece fiel a sí mismo y a sus convicciones. Los primeros minutos de la cinta son suficientes para decir, sin palabras -sólo con gruñidos-, lo que ha sido de la vida de Walt Kowalski (Eastwood) y la relación con su familia. El resto, corresponde a una acertada estructura lineal, que huye del socorrido flash-back, para que el protagonismo de la cinta se sitúe en la despedida.



Eastwood insiste en presentar a su alter ego sentado desde el porche, observando el mundo que le rodea y opinando sobre los valores actuales de la juventud, sobre el racismo o la religión. Y es que viene siendo habitual la presencia de un sacerdote en la trama para que el director pueda discutir con él. No sé si es un síntoma de vejez, pero nos alegramos de su iniciativa.

Los diálogos que salen por la boca del actor, camuflados por su aparente dureza, son verdaderas declaraciones del cineasta y configuran el carácter del personaje. También la música del propio Eastwood consigue que forme parte de la personalidad de Kowalski. Como una más de las cicatrices y arrugas de su rostro, le acompaña en forma de sutiles redobles de tambor para subrayar su determinación.

Con Gran Torino, Clint Eastwood ha cerrado el ciclo de la interpretación, ha despedido a su personaje de toda la vida con un final que clausura una parte importante de la historia del cine. Todo un acontecimiento al que hemos tenido la suerte de asistir.


Ver Ficha de Gran Torino

jueves, 12 de marzo de 2009

SILENCIO SE... GRABA (Semana del 13 al 19 de marzo de 2009)

Con el buen tiempo anunciando la entrada de la primavera, iniciamos esta semana de interesantes propuestas cinematográficas: el excelente musical de Robert Wise y Jerome Robbins (más del segundo que del primero); obras maestras incontestables de John Ford, Howard Hawks, Alfred Hitchcock y Robert Rossen; películas muy buenas donde Woody Allen opina que el colmo del cine es que el director sea ciego; adaptaciones de Vicente Blasco Ibáñez o de Robert Louis Stevenson; aventuras en Bengala; dramas teñidos de negro en Argel; y algunas joyas del cine clásico español como Carne de Horca de Ladislao Vajda o El Clavo de Rafael Gil.

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Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:

La Colina de los diablos de acero (Men in War de Anthony Mann, 1957). Robert Ryan, Aldo Ray. (Castilla-La Mancha TV 2, viernes 13 a las 00:30)

“Contarme la historia de un soldado raso y os contaré la historia de todas las guerras”. Con esta frase, justo a continuación de los créditos, arranca La Colina de los diablos de acero. Anthony Mann nos avisa con este “desbarre” que la película que vamos a presenciar no va a ser “una de guerra” convencional… leer más



El Rostro Impenetrable (One-eyed Jacks de Marlon Brando, 1961). Marlon Brando, Karl Malden, Katty Jurado. (Veo TV, sábado 14 a las 12:00)

Inicialmente preparada por Stanley Kubrick, finalmente la realizó su protagonista: Marlon Brando, convirtiéndose en la única cinta dirigida por la estrella; al menos con la autoría confirmada en los créditos… leer más



El Forajido (The Outlaw de Howard Hughes, 1943). Jack Beutel, Jane Russell, Walter Huston, Thomas Mitchell. (Veo TV, domingo 15 a las 23:00)

La cinta fue inicialmente pensada para que la dirigiera Howard Hawks; el prestigioso director apenas duró diez días al frente del proyecto por las continuas desavenencias con el productor, el excéntrico multimillonario Howard Hughes. Fue el propio magnate el que se encargó de la realización del largometraje y, de esta forma, poder promocionar a su nueva –e intima- estrella: Jane Russell.

La película, que prometía pasar desapercibida, acabó siendo una obra personal de Hughes; y bastante interesante. Resuelta en largos planos, saturados de diálogos, fue rodada en su mayor parte en interiores. La trama es muy simple, y un poco absurda, ya que sus protagonistas encarnan a tres famosos personajes del oeste: Billy El Niño (Jack Beutel), Pat Garret (Thomas Mitchell) y Doc Holliday (Walter Huston) que se relacionan a causa de un caballo sustraído, mientras se disputan a la novia de Doc, Río McDonald (Jane Russell).

La cinta no tuvo más que problemas por las secuencias donde Jane Russell aparece demasiado escotada para que el código Hays lo permitiera. Esta fue la causa para que tardara más de dos años en estrenarse. Vista hoy en día mantiene esa tensión sensual gracias a la (sobre) actuación insinuante de la actriz. Una conocida anécdota asegura que Howard Hughes y sus ingenieros de aviación diseñaron un sujetador especial para resaltar aún más el busto de la estrella.

A pesar de las escenas en el granero -culpables del escándalo- la película puede dar lugar a diversas interpretaciones: en primer lugar, los celos entre los personajes masculinos dan a entender una homosexualidad nada frecuente en las cintas del Hollywood de esos años; por otro lado el filme puede ser acusado de misógino por cuanto el trato que recibe la espectacular Jane Russell es prácticamente el mismo que le dan al caballo robado.

En definitiva, un western insólito, pero muy atractivo.

lunes, 9 de marzo de 2009

COLABORACIÓN: Sentido y Sensiblidad (Sense and Sensibility de Ang Lee; 1.995)



La adaptación cinematográfica en 1.995 de la novela de Jane Austen Sentido y sensibilidad es una muestra más de la enorme versatilidad como cineasta del chino Ang Lee. El director sorpendió a todo el mundo cuando a mediados de la pasada década y siendo todavía un semidesconocido para el gran público occidental anunció su intención de llevar al cine la pieza de Austen, una de las obras maestras más reconocidas de la literatura inglesa de todos los tiempos. Y es que si uno lo piensa bien no puede haber nada más alejado de una sensiblilidad oriental como la de Lee que un drama romántico ambientado en la Inglaterra previctoriana de comienzos del XIX. Lee salió más que airoso del reto y contó para ello con la ayuda intestimable de la británica Enma Thompson, verdadero alma del film. La actriz no solamente nos brinda una interpretación prodigiosa sino que además firma un impecable guión , mericidísimamente recompensado en su día con el Oscar de la categoría.

En Sentido y sensibilidad Ang Lee no desaprovecha la oportunidad que le brinda el texto de Austen para mostrarnos las dificultades de amar plenamente cuando entran en juego las convenciones y la hipocresía social, uno de los argumentos recurrentes de su cine. Baste recordar al respecto que los protagonistas de El banquete de bodas, la película que abrió al director de par en par las puertas de Hollywood, acordaban unirse en un pactado matrimonio de conveniencia para cubrir las apariencias y el qué dirán. Acordémonos también ahora de aquel otro amor imposible surgido al pie de las colinas de Brokeback o del juego de pasiones prohibidas que se traían entre manos algunos de los personajes de Deseo, peligro. En este contexto podemos hallar la razón de ser de una adaptación como la que nos ocupa. El cine contemporáneo, el británico especialmente, ha encontrado un auténtico filón en la adaptación de las novelas de Jane Austen, aunque no parece que la de Lee deba englobarse dentro de esta moda o corriente.
Jane Austen publicó Sentido y sensiblidad en 1.811, aunque su primer borrador data de mucho tiempo atrás, de cuando la autora era todavía una jovencita. La obra responde a la estructura arquetípica de las novelas de Austen. Al igual que éstas la intriga narrativa es muy débil de modo que el verdadero interés radica en la minuciosa radiografía social y en el análisis psicológico que la autora hace de sus personajes, especialmente de los femeninos. Se ha dicho de Austen que es la primera escritora feminista de la historia tanto por su carácter inconformista como por sus propuestas de una educación racional para la mujer. Las heroinas de Austen son rebeldes, luchadoras a su manera y no se resignan al papel al que les ha relegado la sociedad de su tiempo. Nótese que el principal objetivo de la mujer en esta época y en este mundo tan cerrado era exclusivamente el de procurarse una buena boda y saber administrar bien su dote.
Las hermanas protagonistas de Sentido y sensibilidad logran finalmente burlar ese destino y acaban encontrando el amor verdadero no sin antes sortear los correspondientes convencionalismos sociales. Tras morir su padre, Elinor y Marianne Dasherwood pierden parte de su renta y son obligadas junto con su madre a abandonar la finca en la que han nacido que pasa a manos de su hermanastro John. Antes de abandonar el lugar ,Elinor descubre el amor en la persona del timido Edward Ferrars, cuñado de John que pasa unos días en la casa invitado por su hermana, aunque no se atreve a confesarle sus sentimientos. Por su parte, Marianne inicia una apasionada relación con el atractivo Willoughby ignorando el amor que el maduro coronel Brandon le profesa en secreto.
Como vemos, el eje sobre el que pivota la obra es el carácter antitético de sus dos protagonistas principales. Elinor, incapaz de transmitir sus sentimientos al hombre que ama, es la madurez, la discrección, el sentido; la sensibilidad, la pasión, el impulso se encarga de ponerlos Marianne. Su reacción ante una misma realidad es enfocada de maneras muy distintas desde el principio- obsérvese por ejemplo como encajan una y otra el hecho de sentirse al comienzo huéspedes en su propia casa o hacen frente a los odiosos chismorreos a los que continuamente se ven sometidas. Poco a poco, sin embargo, descubrimos que también hay algo de sentido en el personaje de Marianne e igualmente hay algo de pasión y sensibilidad en el de Elinor. Yal final, cuando ambas descubren el amor descubren también que la clave de su felicidad está en el equilibrio entre la razón y los sentimientos.
Ang Lee supo sacar de esta emblemática novela costumbrista uno de los más bellos melodramas de los últimos tiempos. El film ayuda además a consolidar un estilo muy particular y una preocupación por la puesta en escena que su autor perpetuará con el paso de los años en proyectos posteriores. Este segundo aspecto se hace indispensable en una película de época como ésta en la que además de una esmerada dirección artística destaca la magnífica partitura del compositor Patrick Doyle. Y por supuesto, tratándose de una producción made in England una de los puntos fuertes hay que encontrarlo en las excelencias de su reparto; no en vano Lee tiene a sus órdenes a lo más granado del cine y de la escena británica del momento, ¿Qué decir de las maravillosas Enma Thompson y Kate Winslet o del nunca bien ponderado Alan Rickman? Pero si hasta el soseras de Hugh Grant cumple con creces, leñe. Galardonada con el Oso de Oro a la Mejor Película en el Festival de Berlín de hace 14 años, Sentido y Sensibilidad sólo pudo obtener un Oscar de los siete a los que aspiraba. Aquel año los Académicos estuvieron más por la épica que por la lírica y acabaron dando su premio gordo al Braveheart de Mel Gibson. Tal vez sea un poco pronto para determinar si acertaron; el tiempo como siempre acabará dictando sentencia.


jueves, 5 de marzo de 2009

SILENCIO SE... GRABA (Semana del 6 al 12 de marzo de 2009)

Presentamos hoy una tabla de recomendaciones muy especial. Gracias a utilizar las programaciones de las cadenas autonómicas y nacionales en su conjunto, y si exceptuamos los primeros diez años de la pasada centuria, tenemos filmes representativos de todas las décadas del siglo XX y del XXI. Entre ellos, dos de los últimos trabajos de Woody Allen; una pareja de cintas de John Ford; comedias románticas de Rob Reiner o Norman Jewison; no faltan westerns de Anthony Mann, Budd Boetticher, Don Siegel o Robert Mulligan; ni largometrajes de ciencia ficción como Gattaca, Starman o El Planeta de los Simios; ni tampoco películas producidas en España y dirigidas por Garci o Bardem. ¡Saludos y buenas grabaciones!

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Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:

Young Sánchez (Mario Camus, 1963). Julián Mateos, Carlos Otero. (Popular TV, viernes 6 a las 16:15)

Los años sesenta en Europa se identifican con el cambio generacional y formal del cine en casi todos los países. "Revoluciones" culturales como el "Free Cinema" o la "Nouvelle Vague" salpicaron de frescura el panorama cinematográfico del continente. Hasta España, sumergida en un régimen duro y censor, tuvo una tímida renovación que se conoce con el nombre de "El Nuevo Cine Español". Nuevos autores -y productores- intentaron hacer un cine moderno, realista y más centrado en los problemas sociales que en los típicos géneros arcaicos (folclore, historia, comedia, etc.). Mario Camus fue uno de aquellos pioneros de la nueva ola, que por desgracia se quedó en marejadilla a causa de una represión más dura y un rechazo por parte del público, poco acostumbrado a estas novedades. Young Sánchez pertenece a este movimiento y es una de las primeras cintas de Camus.

El relato del boxeador que da título a la película (muy buen trabajo el de Julián Mateos, premiado en algún festival), que comienza su andadura como profesional, sirvió al director para adentrarse en el realismo. Con los ingredientes característicos del género pugilístico (los combates, el juego sucio, el aprendizaje, la lealtad entre alumno y maestro, etc.) juega Mario Camus para presentar un buen ejercicio de estilo, con secuencias muy bien rodadas, como las del footing o el duelo en la playa.

Sin embargo es un cine formalista que no acaba de encontrar su sitio. La cinta se encuentra a caballo entre el naturalismo francés de Bresson (secuencias detallistas de la preparación para el combate o los entrenamientos); el Neorrealismo italiano, con escenas documentales del público que asiste al espectáculo -y mira a la cámara sorprendido- y actores que son púgiles de verdad; y el género negro estadounidense, con la inclusión de mansiones y automóviles que parecen extraídos de un barrio lujoso de Los Ángeles.

Vista hoy se resiente de algunos fallos en las largas secuencias de los combates, pero es meritorio el intento del realizador por ayudar a cambiar el cine de la época. Con esa finalidad, Camus se hace con la historia -y el excelente guión- de Ignacio Aldecoa. El escritor incluye tres o cuatro personajes que giran alrededor del protagonista y que ayudan a configurar su personalidad: el entrenador y consejero, origen del conflicto interno de Young; su amigo, un boxeador en decadencia, que se convierte en una referencia constante de lo que le puede deparar el futuro y, por tanto, rechazable; y un manager mafioso, que pretende exprimirle al máximo.

Pero lo más destacable de todo el filme es su conclusión. Un final no esperado, que se aparta de la línea clásica, moralizante y previsible y que, milagrosamente, supera la censura para quedarse en la historia de nuestro cine como un loable ensayo de disidencia.



Anatomía de un asesinato (Anatomy of a Murder de Otto Preminger, 1959). James Stewart, Lee Remick. (Telemadrid y La Otra, sábado 7 a las 01:15 y martes 10 a las 22:40, respectivamente)

Pocas cintas consiguen atraer la atención del espectador justo antes de que comience la acción. En Anatomía de un Asesinato, su director lo logra plenamente gracias a una excelente música de Duke Ellington – homenajeado en la película con un pequeño papel- y a unos famosos créditos del especialista Saul Bass: unos siniestros recortes de lo que parece ser un muñeco; un cadáver de papel… leer más



El Gabinete del Doctor Caligari (Das Kabinett des Dr. Kaligari de Robert Wiene, 1919). Werner Krauss, Conradt Veidt. (Canal 300, domingo 8 y lunes 9 a las 04:15 y 05:50, respectivamente)

Película definitiva sobre un movimiento expresionista que llega algo tarde a la gran pantalla, pero de forma espectacular. Para algunos es la primera cinta verdadera de terror y, desde luego, una obra maestra del cine de todos los tiempos. Narra los crímenes de un inquietante sonámbulo (Cesare), que es sometido a la voluntad del Dr. Caligari por medio de la hipnosis.

La importancia del filme es tal que dio origen a un subgénero que se llamó "Caligarismo", y que podría definirse como el expresionismo en su estado más puro. Así, la película está rodada en interiores, con unos decorados pintados en tela que son la clave del éxito del filme. Las perspectivas imposibles, las ventanas torcidas, los tejados inclinados y los caminos tortuosos reflejan el estado de ánimo de los personajes. Los actores protagonistas, Werner Krauss (Caligari) y Conradt Veidt (Cesare), interpretan de manera estilizada. Una actuación basada en movimientos eléctricos; exageración perfectamente estudiada e intencionada para que forme parte de un todo armónico representativo del movimiento al que pertenece.

Gran parte del merito de la película –como poco a partes iguales con el director Robert Wiene- corre a cargo de los guionistas Mayer y Janowitz y de los decoradores Warm, Reimann y Rohrig. Con respecto al guión, decir que trataba de construir una metáfora sobre la utilización que el Estado alemán hizo del pueblo durante la Primera Guerra Mundial. De esta forma Caligari era el gobierno y Cesare el hipnotizado pueblo que combatía. Demasiado fuerte para la época, lo que provocó un cambio de la trama, de tal forma que todo pareciera la invención de un loco. Esta ambigüedad final es parte del atractivo del largometraje.

Por último, una curiosidad: la cinta, producida por el legendario Erich Pommer, fue inicialmente encargada a Fritz Lang. El director de Metrópolis rehusó la oferta, pero aportó alguna idea interesante. Le propuso al guionista Hans Janowitz que incluyera una escena inicial y otra final, en un jardín del sanatorio, libre de toda estilización expresionista para diferenciar lo real de lo imaginario. Así se hizo.



La Mujer del Teniente francés (The French Lieutenant’s Woman de Karel Reisz, 1981). Meryl Streep, Jeremy Irons. (TV3, domingo 8 a las 23:20)

Reputada película en su momento, aunque excesivamente literaria, es este filme de Reisz, que se aleja sensiblemente del movimiento “Free Cinema” británico, del que fue un claro exponente. Con un guión especular, la acción transcurre en paralelo entre la realización de una película y la historia que se quiere representar. En el rodaje, los actores mantienen una relación que tiene más de un punto en común con la que se establece en la ficción. Con esta trama original el director nos propone un melodrama victoriano que se refleja en la vida real. Es una estructura narrativa que se ha repetido bastante y que recuerda, en su aspecto formal, a la Noche Americana (La Nuit Americaine, 1973) de Francois Truffaut.

domingo, 1 de marzo de 2009

CINE FÓRUM: HISTORIA DE UN DETECTIVE (Murder, My Sweet de Edward Dmytryk, 1944)

Hoy proyectamos en nuestra sala privada una cinta que nos atrae especialmente por varios motivos: por pertenecer al género negro, el responsable de nuestra cinefilia empedernida; y por contar, al frente del reparto, con un actor que siempre hemos admirado, capaz de cantar y bailar en una película como Vampiresas de 1933 o de encarnar a uno de los detectives más obscuros, extraídos directamente de la literatura hard boiled.



Cuando la RKO "fichó" a Dick Powell para hacer una serie de comedias y musicales (en los que, insisto, el actor se hallaba encasillado desde los años treinta) no se imaginaban que la estrella iba a cambiar drásticamente de registro para unirse a los Humphrey Bogart, Edward G. Robinson o John Garfield en la edad de oro del cine negro. Esta transformación no fue casual: Powell exigió una cláusula en su contrato que le permitiera actuar en dramas, lo que le llevó directamente al papel de Philip Marlowe, basado en la novela "Farewell, My Lovely" de Raymond Chandler.

La cinta, finalmente se tituló Murder, My Sweet, para evitar la confusión a un espectador que podía creer que se encontraba ante un título afín a Desfile de Candilejas o a La Calle 42. Aterrado por el casting el director, Edward Dmytryk, siguió adelante con la película, con el beneplácito de Raymond Chandler que sí creía en Powell.

Lo cierto es que el actor resultó un convincente Marlowe, uno de los tres mejores en interpretar el papel. Quitando el experimento subjetivo de Robert Montgomery en La Dama del Lago (Lady in the Lake, 1947), y algunos menos afortunados, los otros destacables fueron Humphrey Bogart, en la obra maestra de Hawks El Sueño Eterno (The Big Sleep, 1946); y Elliot Gould en la singular El Largo adiós de Robert Altman (The Long Goodbye, 1973), donde la trama rozaba la parodia, los actores parecían improvisar y los diálogos anunciaban el cine de Quentin Tarantino, casi dos décadas antes.

La sensación de parecer que siempre estaba a punto de ser golpeado o convaleciente de alguna pelea, más la angustia que Chandler siempre le quiso dar a su personaje, encajaba muy bien con el físico más débil de Powell -pero la mente despierta- frente a unos oponentes tan amenazantes como Otto Kruger, con aspecto de Nazi, (La Segunda Guerra Mundial aún no había finalizado y los "malos" que mejor funcionaban de cara a la taquilla eran los de aspecto germano) y el gigantón Mike Mazurki.


Como en otras películas basadas en la obra de Chandler, los diálogos presidían un tratamiento del guión muy entretenido gracias a que el protagonista se enfrentaba a dos casos distintos; dos historias en apariencia diferentes que se solapaban y encontraban al final de camino. El relato en off, dentro de un larguísimo flashback, las ironías de Marlowe, la confusión de la trama, la rubia fatal (Claire Trevor) y la fotografía tenebrosa redondeaban uno de los mejores film noir de la época. Uno de los responsables de que Nino Frank (periodista francés) bautizara el género con dicho adjetivo.


La secuencia que vamos a tratar de analizar es la del arranque, la que viene justo a continuación de los créditos. Son algo más de dos minutos del más puro cine negro. Una maravilla para el aficionado y una oportunidad para ver, en muy poco metraje, casi todos los elementos que caracterizaron esta forma tan reconocible de hacer cine.




La secuencia arranca con el clásico interrogatorio; la cámara se desplaza desde el reflejo de la luz del flexo hasta un plano medio donde se pueden ver a policías y acusado alrededor de una mesa desnuda. La estudiada puesta en escena muestra a unos personajes parcialmente dibujados debido a la oscuridad reinante en la sala. El realizador aprovecha cualquier foco de luz proveniente del exterior, o de la llama de una cerilla, para resaltar siluetas, iluminar rostros y, en general, darle prioridad a la estilización por delante incluso de la acción. La propia trama demuestra lo formalista que era este tipo de cine, ya que la poca luz –y el flexo acusador- no deberían ser necesarios en un interrogatorio donde el imputado tiene los ojos vendados.

La confusión del diálogo, que no tiene todavía ningún sentido para el espectador, y el relato en off de Marlowe son imprescindibles para asegurar la pertenencia de la película al género. Lo que viene a continuación es una presentación del ambiente que va a rodear a toda la cinta y que sintetiza perfectamente el estado de ánimo del detective e incluso del espectador en aquellos años de Guerra Mundial. La ciudad que Marlowe describe no puede ser más amenazante: siempre de noche, con una atmósfera irreal donde las luces de neon le dan un aspecto casi fantasmal, y donde los automóviles circulan en contrapicado rozando el objetivo.

Pero lo mejor es el final. En el despacho de Marlowe, el relato del detective -“el silencio de muerte tiene algo que no es real”- coincide con la intermitencia de los anuncios de la calle. Los mismos que provocarán el reflejo discontinuo en la ventana de una figura espectral. Una visión que se hará realidad cuando el detective se gire sobre su asiento.

Fantástico ¿no?




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