lunes, 29 de septiembre de 2008

VICKY CRISTINA BARCELONA (Woody Allen, 2008)

¿Conoce Barcelona? Si la respuesta es negativa y se dispone a ver la nueva película de Woody Allen, entonces está de suerte, al menos en lo que se refiere a la capital catalana. Podrá ver la ciudad en todo su esplendor gracias a los planos de sus monumentos más emblemáticos. Las Ramblas, Montjuic, La Pedrera, El parque Güell o La Sagrada Familia resultan especialmente bellos en las imágenes que nos propone el director neoyorquino...

Eso es todo lo destacable en Vicky Cristina Barcelona. Un filme que decepcionará a los admiradores de Woody Allen –entre los que nos situamos-; que ya pueden decir que el director tiene su “película mala”.



Y es que Allen, de forma descarada y premeditada, ha construido la casa por el tejado: para homenajear unos exteriores que siempre le han tratado bien ha insertado una trama absurda; un guión que sólo pretende ser el soporte de las tomas de la ciudad; una historia aburrida y sin contenido, parecida a aquellas comedias "romántico-turísticas” tan soporíferas del Hollywood decadente de los sesenta.

Además casi todo le ha salido mal. Comenzando por los actores, sobre todo los españoles, y terminando por el apartado técnico el resultado no podía haber sido peor. Me sabe mal decirlo, pero las actrices americanas le dan sopas con honda a nuestros compatriotas: Penélope Cruz parece que se haya empachado de divismo. Tal como le ocurriera a Elizabeth Taylor con aquellas películas junto a Richard Burton, a la estrella española le sobra caracterización. El exceso en la interpretación, la sobreactuación y la falta de credibilidad acompañan toma tras toma a nuestra “Pe”.




En el polo opuesto se sitúa Javier Bardem, que sólo tiene en común con su pareja lo poco creíble de su actuación. El oscarizado actor ha cubierto a su personaje con un inadecuado manto indolente. La sensación de desgana resulta paradójica en un papel que debería dar la impresión contraria. La verdad, no se entiende su falta de motivación cuando le han dado la oportunidad de trabajar con una leyenda viviente del cine.

Para subrayar más el despropósito, la trama se encuentra narrada con una voz en off redundante que, la mayoría de las veces, se empeña en contarnos lo que ya estamos viendo. Mal viendo, diría yo, sobre todo en algunos planos de secuencias interiores donde parece que se hayan equivocado de objetivo; o eso o que se haya declarado en huelga la profundidad de campo, que todo puede ser.

Creo que he visto todas y cada una de las cintas del genial director. Jamás se me ha hecho larga ninguna de sus películas. Sólo he bostezado (varias veces) en una: Vicky Cristina Barcelona. Confirmado: Woody Allen ya tiene su “Película Mala”.


Ver Ficha de Vicky Cristina Barcelona.

domingo, 28 de septiembre de 2008

MARCADO POR EL ODIO (Somebody up there likes me de Robert Wise, 1956)

Paul Newman ha fallecido. ¿No sientes el vacío? El Zurdo, El largo y cálido verano, La Gata sobre el tejado de cinc, Éxodo, El Buscavidas, Dulce pájaro de juventud, Hud, Cortina rasgada, La leyenda del Indomable, Harper, investigador privado...


Sus expresivos ojos azules se han cerrado para siempre; y nos hemos quedado petrificados, sin saber como reaccionar. Dos hombres y un destino, El Golpe, El juez de la horca, El Hombre de Mackintosh, Buffallo Bill y los indios, Veredicto final, El color del dinero, Al caer el sol ... Reaccionamos; nos sumamos a los miles de admiradores, de críticos, de aficionados y amantes del cine en general que estos días han escrito acerca de su vida y de su obra. Para recordarle hemos optado (igual que hicimos con Richard Widmark) por hablar de la película que le abrió las puertas del éxito: Marcado por el odio.


Se trata del biopic de Rocky Graziano, el legendario campeón mundial de los pesos medios, nacido y criado en el Lower East Side de Nueva York, que pasó parte de su infancia y juventud en reformatorios. Sus sucesivos combates con Tony Zale por el título son todavía recordados como las mejores peleas de todos los tiempos.

La personalidad rebelde del boxeador pedía a gritos un joven actor de carácter. En un principio se pensó en James Dean para encarnar a Rocky, pero su prematura muerte le dio la oportunidad de su vida a Paul Newman. Ambos actores, que habían coincidido en el Actor’s Studio (junto a Marlon Brando) y en el casting de Al Este del Edén (East of Eden de Elia Kazan, 1955), eran los intérpretes ideales para el papel, y así lo supo ver Robert Wise.

La cinta es Paul Newman. Todo, absolutamente, se desarrolla bajo su punto de vista. Por tanto analizar la película equivale a estudiar la interpretación del carismático actor. Ésta transcurre bajo los rígidos criterios de actuación del Actor's Studio, con no pocos excesos y tics característicos de la prestigiosa academia que, sin embargo, resultaron muy adecuados, y se acoplaron perfectamente, al histrionismo que requería el personaje.

La evolución de Rocky/Newman a lo largo del metraje y de todos los secundarios junto a él –a mi entender lo más interesante del largometraje- está muy conseguida. No solo el boxeador va cambiando su forma de ser a medida que se suceden los éxitos (y algunos fracasos) si no que su mujer (deliciosa Pier Angeli), sus padres y hasta su manager cambian con el personaje central.


La película fue un éxito de crítica y público, y ganó dos oscar de la Academia (a la mejor fotografía en blanco y negro y a la mejor dirección artística). Fue el verdadero punto de inflexión en la incipiente carrera de Newman, que hasta ese momento se había dedicado más al teatro y a la televisión.

Después de su “Rocky Graziano”, los espectadores fueron acostumbrándose al andar cansino de Paul Newman, un poco encogido; a su corto pelo castaño, aclarado por los años hasta convertirse en níveo; a su mirada triste, promocionada por sus arqueadas cejas; a su mirada irónica, preludio de alguna frase inteligente; a su mirada siempre presidida por esos ojos azules que dicen que se han cerrado.

Para nosotros, los que amamos el cine, no se cerrarán nunca.

jueves, 25 de septiembre de 2008

SILENCIO SE... GRABA (Semana del 26 de septiembre al 2 de octubre de 2008)

La caída de películas es más abundante que la de hojas en estos primeros días de otoño, mi estación preferida. Según en qué comunidades, vamos a poder ver -y grabar- cintas tan buenas como la de aventuras de Tourneur; dos del inteligente Nanni Moretti; la excelente película de Scorsese, secuela de El Buscavidas; o una perla de Jean Renoir. Aquí van todas las recomendadas:


Pinchar en la tabla para verla mejor (las películas en rojo no son necesariamente las mejores, son las que se comentan más abajo)



Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:

La Vida y nada más (La Vie et rien d’autre de Bertrand Tavernier, 1989). Philippe Noiret, Sabine Azema. (CAR TV, viernes 26 a las 02:30)

Película antibelicista de Tavernier, que ataca al ejército y a la guerra justo después de que haya acabado. Para ello se vale de un personaje que habla por él: Philippe Noiret. El gran actor francés da vida a un coronel medico al que le han encargado averiguar todo lo posible acerca de los más de 300.000 franceses desaparecidos de la Primera Guerra Mundial. Paralelamente se suceden al menos dos subtramas: una que profundiza más en la crítica y convierte a la cinta en una sátira, como es la "búsqueda" de algún cuerpo sin identificar para enterrarlo en el lugar donde se quiere homenajear al Soldado Desconocido; el riesgo de enterrar a un soldado alemán es alto y la sonrisa del espectador corre el peligro de transformarse en carcajada. La otra historia es más dramática y corresponde a la investigación de dos mujeres, que siguen las pistas que les puedan guiar en la localización de sus respectivas parejas, también desaparecidas. La sorpresa final, la mezcla de comedia y drama, más la actuación de Noiret, destacan en esta excelente cinta de Bertrand Tavernier.



El Festín de Babette (Babettes Gaestebeud de Gabriel Axel, 1987). Stephane Audran, Bibi Andersson. (Localia, sábado 27 a las 22:00)

Brillante película de época, adaptación de la novela de Karen Blixen (la autora del libro que dio origen a Memorias de África). Narrada en un largo flash-back, la acción se sitúa en una tranquila aldea de la península de Jutlandia. Allí se refugian, en algún momento de sus vidas, los diferentes personajes que van a configurar esta historia merecedora de un oscar de la academia al mejor largometraje extranjero. Una reputada cocinera (Babette) es la última en llegar al pueblo; recomendada por un músico, su tarea será servir en la vivienda de dos hermanas luteranas. A medida que los años pasan, las relaciones entre los vecinos de la aldea se van agriando. Es entonces cuando, gracias a un golpe de fortuna, Babette recibe una gran cantidad de dinero que gasta en una fabulosa cena en agradecimiento al trato recibido. Este acontecimiento provoca la preocupación de los ciudadanos temerosos de Dios. El conflicto, por tanto, lejos de resolverse parece empeorar; el suspense, como la cena, está servido. La cinta es una delicia para la vista –y para el gusto, en este caso virtual-, desde luego no hay que perderse la famosa secuencia del banquete que dura casi media hora; tanto los preparativos como la degustación no tienen desperdicio.



El Valle del Fugitivo (Tell them Willie Boy is here de Abraham Polonsky, 1969). Robert Redford, Robert Blake, Katherine Ross. (Canal Extremadura TV, domingo 28 a las 22:45)

El Valle del Fugitivo cuenta la historia real de un indio (Willie Boy, encarnado por Robert Blake) que vuelve a la reserva para “raptar” a su prometida... leer más



Primera Plana (The Front Page de Billy Wilder, 1974). Jack Lemmon, Walter Matthau. (Canal 2 Andalucía, lunes 29 a las 22:00)

Tercera adaptación cinematográfica de la obra de teatro homónima de Ben Hetch y Charles Macarthur (aún hay una cuarta versión de Ted Kotcheff, en 1988, pero sensiblemente inferior a las primeras). El guión es del propio Wilder y de su compañero I.A.L. Diamond; y se nota. Todos los diálogos transpiran sarcasmo e ironía, especialmente feroces cuando se refieren a la Autoridad. Tampoco se salva la prensa sensacionalista de los ataques de Wilder/Diamond: cada vez que pueden, ponen en boca de sus personajes mentiras descaradas acerca de noticias que ellos mismos están presenciando. Esta tercera versión es, por las razones expuestas, más ácida que la de Lewis Milestone o que la protagonizada por Cary Grant y Rosalind Russell (Luna Nueva de Howard Hawks, 1940). En mi opinión, la adaptación de Hawks es ligeramente superior debido a que funciona mejor la guerra entre sexos que la pareja Lemmon y Matthau. De todas formas la cinta de Wilder se sitúa a gran altura y demuestra, igual que ocurriera con En bandeja de plata (The Fortune Cookie, 1966), que Walter Matthau es el intérprete wilderiano más hiriente que nunca haya existido.


OH MY GOD (Luis Calderón, 2008)

Nuestro interés por el cine clásico es evidente; también picoteamos en el presente, con algunas críticas de películas en cartelera; sin embargo lo que nos hace más ilusión es hablar del futuro y más si se refiere a un cineasta de nuestra provincia: el sevillano Luis Calderón nos presenta su imaginativo corto en formato borrador de lo que puede ser una prometedora carrera como director, si la suerte y su constancia no le abandonan.





La película nos conduce a través de un diálogo continuo entre dos amigos acerca de, nada menos, que la existencia de Dios. Con una puesta en escena basada en primeros planos –solución técnica que además evita algunos problemas de producción- y sustentada por una permanente cámara en mano, el joven director transita de una pareja de actores a otra, pero sin cambiar de personajes, en un guiño cinéfilo –no sabemos si consciente- a nuestro gran Buñuel y su última cinta: Ese Oscuro objeto del deseo (1977). Allí el personaje femenino saltaba de Ángela Molina a Carole Bouquet, en una excelente película también rodada en Sevilla.

Oh my God, por tanto, acierta con la simbología al presentar esa diversidad de personajes, y a tratarlos como un sólo dúo para afirmar que sus dudas son nuestras dudas; las de todos y cada uno de nosotros. Pero además mata dos pájaros de un tiro cuando, con esta original forma de narrar, evita que la monotonía de un diálogo entre dos personajes haga mella en el aguante del espectador.



Si nos abstraemos de los evidentes problemas técnicos y de producción –que es lo que hay que hacer cuando te enfrentas a una obra de estas características- y nos centramos en la idea y en la forma de llevarla a cabo, podemos afirmar que Luis Calderón resuelve de forma brillante su obra desde un buen tratamiento del guión: con un desarrollo en progresión y un punto de giro final sorprendente. Esa finalización confirma las buenas maneras del director y nos regala un suspense añadido: ¿cuál será su nueva propuesta?



Oh My God de Luis Calderón

lunes, 22 de septiembre de 2008

RÍO GRANDE (John Ford, 1950)

Hace unos días se celebraba el treinta y cinco aniversario de la muerte del más grande -en mi opinión- director de todos los tiempos, de John Ford. Y hace poco más de un año lo que se conmemoraba era el centenario del nacimiento del intérprete preferido de Ford: John Wayne. Muchos son los filmes cuyo título se asocia rápidamente a la imponente figura de “El Duque” (aún mantiene el record del actor que más veces ha sido protagonista); tiene en su haber legendarias películas como Río Rojo o Centauros del desierto, que serán reseñadas próximamente en este espacio. Hoy vamos a hablar de Río Grande, la última entrega de la trilogía que John Ford realizó sobre la caballería de los Estados Unidos -las otras dos fueron Fort Apache (1948) y La Legión Invencible (She Wore a Yellow Ribbon, 1949)-.


Río Grande se puede encuadrar dentro de las cintas más personales de Ford – la mayoría lo eran-; se puede definir como una sucesión de grandes momentos que el propio director hubiera querido vivir. Ignoro si Ford atravesaba por una crisis, digamos nostálgica, pero lo cierto es que tanto en este filme como en Caravana de Paz (Wagon Master) –ambos de 1950- adquieren más importancia las secuencias donde se para la acción, donde no sucede nada importante y el tiempo parece dilatarse, que aquellas que se suponen responden a la trama principal. Esta característica califica a Río Grande como de cinta moderna y adelantada a su época.

Así, el maestro se recrea en planos del coronel Kirby (Wayne) paseando al anochecer por la orilla del Río del título, recordando a su amada Kathleen (Maureen O’Hara) mientras suena alguna canción de “Sons of the Pioneers”; o nos muestra los ejercicios de doma de los reclutas, con Ben Johnson cabalgando al estilo “cuádriga romana”, erguido sobre dos caballos a la vez, con las riendas en la mano y un pie sobre cada montura.

Son especialmente conmovedoras aquellas imágenes sin palabras, con miradas fuera de campo, donde se evocan acciones del pasado que nunca debieron suceder, como el abandono de la familia por parte del coronel. La interpretación de la pareja protagonista fue decisiva para expresar dicha emoción, y es que Ford descubrió el magnetismo que existía entre John Wayne y Maureen O’Hara; dicen que sirvió como prueba definitiva para apostar por el mismo casting en la obra maestra El Hombre Tranquilo (The Quiet Man, 1952) –y para que ambos realizaran, en total, cinco películas juntos-.

Y ahora una pregunta: ¿en qué medida le emociona el cine clásico, o el cine en general? ¿Es Ud. un cinéfilo empedernido y aún no lo sabe? Para salir de dudas le propongo realizar una prueba muy sencilla: Hágase con un DVD o cinta de Río Grande, acomódese en su mejor sillón y deje que arranque el filme. Si la primera secuencia, esa en la que entra un agotado destacamento al fuerte, con John Wayne a la cabeza intentando colocarse en el caballo de una forma lo más digna posible; esa escena sin palabras, donde suena un triste “I'll take you home again, Kathleen” mientras las sufridas mujeres buscan ansiosas con la mirada si su pareja se encuentra entre los que regresan; si esa escena, digo, no le pone los pelos de punta, entonces, tranquilo Ud. no ha contraído –aún- esta dichosa enfermedad. Pero cuidado, es contagiosa.

Ver Ficha de Río Grande.

jueves, 18 de septiembre de 2008

SILENCIO SE... GRABA (Semana del 19 al 25 de septiembre de 2008)

Grandes películas rellenan nuestra siguiente tabla semanal de recomendaciones. Entre ellas la inolvidable Hechizo de Luna, que sé positivamente que figura entre las favoritas de algunas lectoras de nuestro blog; luego tenemos películas legendarias de aventuras como Scaramouche o Los Inconquistables; contamos con el mejor Spielberg; con obras mayores de Wilder; alguna pequeña joya de Jacques Tourneur y no falta la representación del cine italiano, a cargo de Fellini, o del francés con la excelente Un Corazón en Invierno. Yo de vosotros las grabaría...


Pinchar en la tabla para verla mejor (las películas en rojo no son necesariamente las mejores, son las que se comentan más abajo)


Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:


El Viaje de Felicia (Felicia’s Journey de Atom Egoyan, 1999). Bob Hoskins, Elaine Cassidy. (Onda 6 TV, viernes 19 a las 15:30)

Moderno thriller del excelente realizador armenio, nacido en Egipto y afincado en Canadá, Atom Egoyan. Basada en un relato de William Trevor, la trama tiene toda la apariencia de un cuento tradicional irlandés: Felicia es una joven católica (Elaine Cassidy) que se queda embarazada como consecuencia de las relaciones con un soldado del ejercito británico, un traidor a los ojos del padre de Felicia, que repudia a su hija cuando ella insiste en ir a Londres a buscar a su amado. Como castigo divino Felicia se topará con un psicópata (Bob Hoskins) que pasa el tiempo cocinando, siguiendo las recetas de un viejo programa de televisión.

La peculiar mezcla de elementos dramáticos es lo que hace que resulte muy interesante la visión de la cinta: por un lado, la extraña vida de Hoskins, reconstruida hábilmente por Egoyan gracias a la utilización de vídeos gastronómicos; por el otro, la de Felicia, contada a base de flash-back que empujan gradualmente a la protagonista hacía su situación actual; y, finalmente, la unión de los dos personajes, como una curiosa versión contemporánea de La Bella y la Bestia, pero con un atractivo tono atemporal.


Bob Hoskins hace su mejor papel hasta la fecha: un asesino en serie casi desdramatizado, obsesionado con su madre y con las mujeres desamparadas. Una curiosidad, la actriz que encarna a la madre del psicópata es Arsinée Khonjian, la mujer de Atom Egoyan en la vida real, siempre presente en todas sus películas, mucho más que una elegante firma de autor.

La excelente fotografía de Paul Sarossy, acompañada de una música penetrante de Mychael Danna, consigue la atmósfera adecuada en el interior de la obscura casa de Hoskins; y en el exterior –lo que aumenta el mérito del técnico- gracias a encuadres más sombríos si cabe. Así, las ruinas de castillos techados con los cielos grises de Irlanda; o los repetitivos planos generales protagonizados por enormes y desafiantes chimeneas, a modo de gigantes que amenazan a Felicia en su recorrido y que nos preparan para la sobrecogedora acción posterior.



Lugares Comunes (Adolfo Aristaraín, 2002). Federico Luppi, Mercedes Sampietro. (La 2, viernes 19 a las 22:20)

Cuando tu propio país se descompone social y económicamente, y te da la espalda, sólo te queda volver a empezar una nueva vida en algún "lugar". Buen momento para aprovechar y efectuar un acercamiento progresivo hacia tus seres queridos y un repaso a toda tu vida. Aristaraín narra una historia en parte relacionada con su obra maestra Un Lugar en el mundo, con el mismo actor protagonista, pero diez años después. La temática que obsesiona al director argentino es la misma: cada persona tiene asignado un "lugar", sólo tiene que encontrarlo; tarea nada fácil porque con lo primero que tendrá que enfrentarse es consigo mismo. Muy interesante el énfasis del director por presentar una relación de pareja duradera a pesar de las dificultades; además propone una serie de recetas para lograrlo, la primera de ellas es la tolerancia y el respeto mutuo, acompañados de un apoyo incondicional a todo lo que el otro cónyuge quiera emprender. Destaca la interpretación de Mercedes Sampietro, merecedora de varios premios, entre ellos el Goya.


jueves, 11 de septiembre de 2008

SILENCIO SE... GRABA (Semana del 12 al 18 de septiembre de 2008)

Parece que el final de la época estival -y de las vacaciones- ha coincidido con una merma sustancial en la cantidad de películas que merecen la pena coleccionar. Entre las que recomendamos a continuación figuran algunas tan buenas como la secuela de La Escopeta Nacional o las protagonizadas por Sean Connery: la primera entrega de James Bond y el largometraje de Hitchcock, con Tippi Hedren como compañera.


Pinchar en la tabla para verla mejor (las películas en rojo no son necesariamente las mejores, son las que se comentan más abajo)

Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:

Interiores (Interiors de Woody Allen, 1978). Diane Keaton, Geraldine Page, E.G. Marshall. (TV3, viernes 12 a las 04:20)

Filme atípico de Woody Allen, que se aleja de la comedia para adentrarse en un drama intimista, donde el propio director no figura en un excelente reparto, encabezado por su compañera de esos años: Diane Keaton. La cinta contiene una compleja estructura narrativa: a través de un largo flash-back, se cuenta la historia de una familia y el cambio que se produce al separarse los padres. La trama posee muchos puntos en común con la obra de Ingmar Bergman, el ídolo de Allen; todos los personajes se encuentran minuciosamente analizados y la tensión entre ellos es evidente, por lo que el espectador presiente el enfrentamiento final y la tragedia.



Duelo en La Alta Sierra (Ride The High Country de Sam Peckinpah, 1962). Joel McCrea, Randolph Scott. (TV3, viernes 12 a las 18:40)

Duelo en la Alta Sierra es para muchos el primer western crepuscular de la historia del cine, aunque en mi opinión hay otras películas que inician el subgénero... leer más.



Hotel Rwanda (Terry George, 2004). Don Cheadle, Nick Nolte, Joaquin Phoenix. (TVG, domingo 14 a las 00:30)

Impactante cinta que narra la resistencia de un hotel por permanecer al margen de la barbarie. Los hechos se sitúan en los años noventa, durante la tristemente famosa masacre entre hutus y tutsis. Terry George denuncia, con esta excelente película, la pasividad de los gobiernos occidentales ante situaciones tan dramáticas como la sufrida en África; sólo cuando los intereses comerciales son puestos en juego parece que los dirigentes toman partido; el partido de su dinero.

No todo es critica, el director rompe una lanza en favor de las operaciones humanitarias de la ONU. Y es que hay pocos filmes donde se vea reconocida la labor de los boinas azules durante las misiones de mantenimiento de la paz. Para realzar más su intención, el director coloca en el casting a un actor de prestigio, que además conecta muy bien con el público: Nick Nolte. El resto del reparto se encuentra a la misma altura, destacando sobre todos Don Cheadle, que se afirma como excelente actor, en todo momento creíble, y que encarna a una especie de Schlinder que protege a cientos de tutsis (entre ellos su familia) de las amenazas de los hutus sedientos de sangre.

Hay escenas que provocan escalofríos y no precisamente por la violencia explícita. Todo gracias a que Terry George rueda con habilidad para encogernos el estómago cuando un jeep comienza a dar botes, en lo que parece es un camino lleno de baches. No son baches.



Cuando Harry encontró a Sally (When Harry met Sally de Rob Reiner, 1989). Meg Ryan, Billy Cristal. (TV3, domingo 14 a las 18:25)

La tesis que intenta defender, pero no lo consigue -a propósito-, esta exitosa comedia de Reiner es que un hombre y una mujer pueden ser amigos íntimos sin tener que desembocar su amistad en el amor y/o el sexo. La narración se sitúa a lo largo de diferentes momentos en el tiempo, con unas elipsis muy conseguidas que resultan ser lo mejor de la cinta: Harry (Billy Cristal, que sin ser santo de mi devoción reconozco que hace un buen papel) se encuentra con Sally (Meg Ryan) y van tejiendo una amistad que tiene sus altibajos debido a las tensiones emotivas entre ambos, con la sombra del sexo siempre rondando. Filmada en clave de comedia romántica, sospechosamente parecida a los largometrajes de Woody Allen, la cinta fue un éxito de público y consagró a Meg Ryan como especialista en el género -y como gran simuladora de orgasmos-.


lunes, 8 de septiembre de 2008

LAS AMIGAS (Le Amiche de Michelangelo Antonioni, 1955)

Hubo un tiempo, allá por los años sesenta, en que lo snob era decir que las películas de Antonioni eran todas unas obras maestras y que lo demás era un bodrio al servicio del interés comercial. Todo cambió, y en los tiempos en que vivimos si no eres de los que opina que la obra de Michelangelo Antonioni es aburrida, lenta y decididamente mala, entonces es que vas de intelectualoide falso y sin personalidad alguna. Pues bien, no debo tener personalidad porque lo cierto es que me encanta el cine de Antonioni; siempre me ha interesado y no estoy de acuerdo en que sea de minorías. El filme que vamos a comentar hoy lo demuestra: Las Amigas es una película asequible, una obra maestra que profundiza sobre las relaciones humanas.



Armado con su bisturí de cirujano experto, Antonioni disecciona cada personaje y los ordena de menor a mayor importancia: Mariella, una joven que sólo le interesa pasárselo bien sin importarle a costa de qué o de quién; Nene, una mujer casada muy superior en todos los aspectos a su marido, un fracasado y deprimido que se refugia en el engaño; Rosetta, el punto de unión entre Clelia y las demás; Momi, la líder y amoral manipuladora que se cree superior y que sólo encuentra diversión cuando surge algún conflicto –y alguna tragedia- la mayoría de las veces provocado por ella misma; y Clelia, la protagonista, el punto de vista de Antonioni, una mujer trabajadora que siendo la más lúcida de todas no deja de tener sus propias miserias cuando antepone su vida profesional a una relación amorosa.

El arranque coincide con la llegada de Clelia a Turín para abrir una tienda de modas. Pronto llega a entablar amistad con Rosetta y el resto del grupo, todas pertenecientes a un ambiente burgués y decadente, blanco perfecto para las críticas de Antonioni. El genial cineasta ataca a las amigas desde el comienzo cuando la excusa para que Clelia y Rosetta se conozcan es el fallido suicidio de la última. Aburrida de su insulsa existencia -“sólo vivo para decidir que vestido ponerme”- Rosetta ni siquiera sabe el motivo por el que se intenta quitar la vida.



Con una puesta en escena basada en largos planos, Antonioni retrata a unas mujeres que hoy nos parecen más reales, que resultan ser mucho más fuertes que sus parejas. Se sirve de ellas para proponer varios de sus temas preferidos: el “no sentido” de la vida, la soledad de cada individuo frente a la falsa camaradería y el amor no victorioso. Para subrayar sus teorías se apoya en exteriores o decorados perfectamente estudiados para la ocasión. Así, en la secuencia de la playa, presenta a los personajes tal como son, sin caretas, como desnudo es el paisaje de mar y arena; mientras que en la escena del desfile de modas, una confesión entre dos de las falsas amigas se confunde con la vida artificial de modelos y clientes.

A pesar de las críticas -y pasando por encima de ellas- películas como Las Amigas se mantienen vigentes, como corresponde a la obra de un grande del cine de todos los tiempos. No hay más que ver la influencia de Antonioni en los directores que le siguieron. Su huella se deja sentir en realizadores tan dispares como Brian de Palma o Michael Haneke; y sus largometrajes se reponen sin cesar, sirviendo de continuo aprendizaje para quien se toma el séptimo arte como es, como un arte.

Ver Ficha de Las Amigas.

jueves, 4 de septiembre de 2008

SILENCIO SE... GRABA (Semana del 5 al 11 de septiembre de 2008)

Nada mejor que ver y hacernos con unas cuantas películas buenas para sobrevivir a la dura realidad, ya sin vacaciones. Los hermanos Coen; nuestro Amenábar; la excelente "A pleno sol", primera versión de Mr. Ripley; la secuela de "Antes del amanecer" (que para algunos supera la primera parte); el Río de Marilyn y Mitchum; las penalidades de Michael Douglas en Japón; el dramón de Moretti o una de las más logradas películas de James Bond, figuran entre las recomendaciones que vienen a continuación:

Pinchar en la tabla para verla mejor (las películas en rojo no son necesariamente las mejores, son las que se comentan más abajo)


Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:
Los Implacables (The Tall Men de Raoul Walsh, 1954). Clark Gable, Jane Russell, Robert Ryan. (TPA, sábado 6 a las 18:30).

Una de las tres colaboraciones de Walsh con un Gable en su última, pero interesante etapa como actor en la que pocos confiaron a excepción del gran realizador. Es un western épico donde se nota la clara influencia de Griffith, no en vano Walsh empezó como ayudante del maestro. El paisaje nevado de Montana es uno más de los protagonistas de la película –las escenas cabalgando sobre la nieve no son a cámara lenta, aunque lo parezcan- Por lo demás la película contiene todos los tópicos del género: bandidos, indios, duelo a muerte, etc., en una trama calcada a la de Río Rojo (Red River de Howard Hawks, 1948).



Quiero la cabeza de Alfredo García (Bring me The head of Alfredo García de Sam Peckinpah, 1974). Warren Oates, Isela Vega, Emilio Fernández, Gig Young, Kris Kristofferson. (TV3, lunes 8 a las 23:45).

Entre el western fronterizo, las road movies y el género negro, transcurre esta historia del típico perdedor, muy en la línea del cine crepuscular y personal de Sam Peckinpah: un cacique mejicano (Emilio Fernández, prácticamente en el mismo papel que le confiara su amigo Peckinpah en Grupo Salvaje) pone precio a la cabeza del responsable de dejar embarazada a su hija. Entre los distintos "buitres" que se disputan la codiciada pieza se sitúan Bennie (Warren Oates) y su amante (Isela Vega). Ambos inician un viaje desesperado, en un entorno de lo más hostil.

Con la cabeza de Alfredo García como un personaje más, Bennie sortea todo tipo de dificultades a través del polvoriento desierto. La descomposición de su presa es pareja a la que sufre el propio Bennie, que se mantiene en pie gracias al alcohol, al instinto de supervivencia y al deseo de venganza -dicen que Warren Oates se inspiró en el mismísimo Peckinpah para interpretar su papel; y se ayudó de las gafas del propio cineasta para llevarlo a cabo-.

En el tramo final de la película, como en sus mejores cintas, el director suma a la violencia -y al tequila- su característico romanticismo para rematar un largometraje que casi se puede considerar de culto.



Bronco Billy (Clint Eastwood, 1980). Clint Eastwood, Sondra Locke. (TV3, martes 9 a las 18:20).

El filme narra las relaciones entre un propietario de un circo (Clint Eastwood) y su ayudante (Sondra Locke) y contiene innumerables guiños a los western, a las antiguas comedias basadas en el slasptick y a la vida social americana en general. Eastwood se aleja de su personaje característico para caricaturizarlo –que no desmitificarlo-, y entrar de lleno en la sátira y la crítica al sistema de vida norteamericano, aunque rindiéndose a él finalmente. Y es que el protagonista es un vaquero que no persigue el dinero, sino que va errante con su grupo ofreciendo representaciones gratis y resolviendo entuertos como un moderno Don Quijote. El ataque contra la guerra del Vietnam (ayuda a un desertor), la distorsión del patriotismo (la carpa donde representan sus actuaciones kitsch está formada por banderas americanas cosidas a mano por enfermos mentales), y más referencias que descubrirá el espectador, hacen de esta película una de las cintas más inteligentes y mejores de Clint Eastwood.

martes, 2 de septiembre de 2008

NO MIRES ATRÁS (No Looking back de Edward Burns, 1998)

Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor; es posible, lo cierto es que casi siempre resulta complicado revivir los años de juventud, aunque éstos sean recientes. Es más, volver la vista a ese tiempo pretérito puede que sea un revulsivo para hacernos cambiar definitivamente. Interesante teoría la que defiende Edward Burns en su tercera película, cuyo título sirve de lema para la tesis; y de aviso.



El polifacético director (también autor del guión, productor y protagonista) consigue su propósito gracias a un excelente retrato de personajes, centrados en un triángulo principal y acompañados de pocos, pero intensos secundarios. Todos ellos “encerrados” en un pequeño pueblo costero, donde la estación invernal y sus playas desiertas enmarcan adecuadamente a la trama: Charlie (Edward Burns) acaba de llegar a su ciudad natal para refugiarse, una vez más, en casa de su madre y para buscar a Claudia (Lauren Holly), la novia que dejó hace años después de un embarazo no deseado. Pero todo ha cambiado y ella vive con Mickey (Jon Bon Jovi), uno de los amigos de la infancia de Charlie.

La llegada de Charlie activa el deseo de Claudia por escapar de su trabajo rutinario de camarera y del pueblo donde todos y todo se conoce. Con esta situación inicial comienza a jugar el joven realizador para situar a cada personaje en una posición límite. Y es que los encuentros, dos a dos, entre los protagonistas del drama plantearán más problemas que soluciones.


Edward Burns se revela como un director muy preciso con el ritmo del largometraje en esta obra repleta de cambios: en primer lugar destaca el salto de registro personal del cineasta al pasar de la comedia de sus primeras películas al drama; por cierto muy cercano al de Beautiful Girls (Ted Demme, 1996), aquella cinta que gana con los años (con Lauren Holly como denominador común) donde también el regreso del protagonista propiciaba el arranque.

También podemos apreciar el cambio de punto de vista gradual, pero firme, con el que nos sorprende Burns: desde el protagonismo de Charlie al posterior de Claudia, todo ello adornado con una excelente banda sonora. Cuando Charlie domina la situación, la música de Bruce Springsteen suena como reclamo para revivir antiguas sesiones de amor. A partir de cierta secuencia son las canciones de Patti Scialfa –a la sazón mujer del “Boss”- las que predominan para reforzar la personalidad de Claudia.

En No Looking Back, Edward Burns da muestras de madurez, no sólo en la dirección sino también en la interpretación; en un largometraje de muchas alternativas –con un final sorprendente- donde el director demuestra que depende de nosotros mismos el no hacer cierta una conocida frase: “cualquier tiempo pasado fue mejor”.

Ver Ficha de No mires atrás.




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